domingo, 24 de diciembre de 2006

~Ella y yo - El verano [Parte I]

Cogí la taza y me hice el que seria uno de los últimos cafés “de casa” en un largo tiempo. Eran cerca de las siete y media de la tarde y poco antes de que amaneciera me iría con mi tío al pueblo. Solía ir allí en verano. El pueblo de mi tío era un pequeño pueblo de la costa del sur, dedicado tradicionalmente a la pesca y desde hace unos pocos años al turismo. No era un lugar especialmente dedicado a la juventud, pero aun así me lo pasaba bien. Normalmente cuando iba al pueblo malgastaba casi todo el día en hacer nada. Últimamente, recién descubierto mí vocación artística me dedicaba a retratar, ya fuese en pintura, dibujo o fotografía, todo aquello que me apetecía. Este año, por el contrario, iba allí a trabajar. Mi tío llevaba una pequeña tienda donde se vendían artículos de pesca, submarinismo, información y demás cosas.


Sin embargo, aun estaba aquí, en ciudad. El calor bochornoso del verano ya se había acomodado y, francamente, a veces era muy molesto. Durante esos días, vivir en la ciudad era algo bastante aburrido. La gente en cuanto viene el calor no sale a la calle hasta la noche, si es que no se ha ido de vacaciones, todo sea dicho.

Cerca de las ocho de la tarde el calor empezaba a amainar y el ambiente se hacia mas agradable. Era un día cualquiera de un mes de julio cualquiera de un año cualquiera. Otro verano que acababa de empezar, y ciertamente de una manera muy agradable. Sí, aun la recordaba. Aun me acordaba de ella.

Hacía días que no la veía y que no sabia nada de ella. Solo podía recordar aquella noche y, como si el viento lo trajese, el olor de su perfume.

Quizás se había ido de vacaciones, quizás se había puesto a trabajar, quien sabe… Aun esto, pensé que era justo despedirme de ella. Era una persona demasiado… especial’ como para no despedirme. Así que vestido despreocupadamente y luciendo un corte de pelo a lo monje budista, fui hacia su casa.


Caminaba por la calle y las chanclas parecían deshacerse en el asfalto. ¡Qué calor hacia! Poco antes de llegar a su casa me paré en una heladería. No sé porqué pero me apetecía un helado. Conocía a los dueños; hablamos un rato hasta que me acabé el helado y me fui. Cuando por fin llegué a su portal la llamé. No sabía en que piso vivía así que le pedí que bajase.

- ¿Qué haces aquí a estas horas?Bueno, nada en especial. Simplemente venía a despedirme de ti… - ¿Despedirte?Sí. Mañana me voy al pueblo de mi tío y quería despedirme de ti… - Ah… - ¿Ah…? ¿Sin más?Sí, no sé… - En fin… - ¿Cuándo volverás?A finales de agosto supongo… - Bueno… - ¿Bueno… que?Nada, nada. Nos veremos cuando vuelvasSí... siempre que quieras, claro…


Hay despedidas y despedidas. Esta, sin duda alguna, había sido una de las mas amargas que recuerde. Aun no demostrarlo me fui con un mal sabor de boca. No sabia que pasaba y simplemente no me interesaba saberlo. Nunca fui un experto en chicas y estos cambios tan “así” de actitud nunca los entendí. En cierto modo me daba lástima pero ya se sabe, la lástima solo sirve para aumentar las rayadas.


Antes de volver a casa me compré un paquete de quicos y me senté en un banco. Faltaba poco para hacerse de noche y por la calle ya pasaba poca gente. Era la hora de cenar. Yo, en cambio, seguía sentado en el banco. Los quicos crujían en mi boca mientras pensaba. En realidad me acordaba de ella; de la despedida de hacia un rato, del día que la invité a cenar, de las tardes que pasamos… Ciertamente, empezaba a preocuparme la obsesión que me estaba creando. Pero bien pensado era normal. Ella era demasiado importante para mi.


Aquella noche cené poco y me hice la maleta en la cual guardé mas libretas, lápices, pinturas, cámaras y carretes que ropa. Eran las doce menos cuarto. A la mañana siguiente tendría que despertarme a eso de las cinco. Me dormí enseguida, no sin antes volver a pensar en ella.

[…]


Las cinco y media de la mañana. Hacia casi nada que me había sentado en el coche de mi tío y habíamos tomado rumbo hacia la costa sureña.
Llevábamos cerca de dos horas y media de camino cuando ya amanecía. Aun quedaban largas horas de trayecto y se hacía preciso una parada.

En la siguiente área de descanso que encontramos nos paramos. Bajamos del coche, nos estiramos un poco y fuimos hacia la cafetería. Fue entonces cuando empecé a darme cuenta de lo mucho que echaría en falta los cafés que me hacía yo en casa. Con un sabor medio agrio en la boca volví al coche. Así continuamos nuestro viaje.

A medida que pasaban las horas se me hacía mas aburrido. Intenté distraerme dibujando algo o simplemente durmiendo pero aun así era agotador. A una hora de llegar paramos por enésima vez, aunque en esta ocasión fuese para comer. Después de comer nos echamos una siesta. Cuando por fin llegamos al pueblo ya empezaba a oscurecer. Mi tía salió a recibirnos. Durante el próximo mes y pico viviría con mis tíos. Saqué la bolsa del maletero del coche y la llevé a la que sería mi nueva habitación. Era un cuarto pequeño, acogedor, con las paredes de color azul claro y una amplia ventana que daba a la playa. La casa de mis tíos estaba justo delante de la playa, al lado de la tienda.

Deshice las maletas. Guardé la poca ropa que llevaba en el armario y dejé todas las libretas, pinceles, lápices y demás cosas que había llevado recogidas en todos los cajones que había en la habitación.

Bajé a cenar. El comedor era una bonita sala, pintada a colores claros y decorada al estilo de las antiguas casas de costa. Aun así, la decoración no se hacía pesada. Aprovechamos la hora de cenar para hablar de todo lo que habíamos hecho desde el verano pasado, lo de siempre. Que si “como te va el colegio”, qué “si ya me he buscado novia”, qué “que tal mis padres”.

Tras la cena subí a mi habitación. Era aun pronto, las diez y media marcaban las agujas de mi reloj, pero estaba agotado. El viaje me había matado. Miré un poco la tele y me dormí pronto.


Supongo que es navidad (pchè ù_u) y me siento algo más generoso y os "regalo" un pequeño Especial de Navidad de Ella y yo, aunque paradojicamente la historia hable del verano... en fin, espero que os guste! Un saludo y "Bon nadaL"


~Felicidades Jesús


*
... y
123f e L i z123n a V i d a d123a123t o d o s

Supongo que al fin y al cabo la navidad no era aquello que siempre pensé. Mierda de hipocresía...

martes, 19 de diciembre de 2006

~Ella y yo [4ª Parte]

Más entrada la noche, después de haber recogido, salimos de casa. Caminábamos entre calles más que conocidas rumbo hacia la playa. Por esa zona se concentraba casi toda la actividad fiestera de la ciudad.

No había mucha gente por la calle y el ambiente era cálido, con pequeñas rachas intermitentes de una leve brisa que refrescaba la noche.

Andaba bastante callado. No soy mucho de hablar y me sentía bastante raro con esa ropa, como si no fuese yo. De vez en cuando miraba a mi reflejo en cristales de escaparates y se me escapaba una sonrisa, me hacia gracia.

La miré. Caminaba tranquila, firme. Iba muy guapa.

- - ¿Qué pasa? ¿Voy manchada o algo?No, no es eso… - ¿Entonces? - ¿Puedo darte la mano…?

No articuló palabra. Me cogió la mano directamente. Sus dedos se entrelazaron con los míos. No nos miramos. Nos habíamos cogido la mano pero parecía que nos daba vergüenza mirarnos a la cara. Aun así era muy agradable.

Y así, como un novios de pegatina, llegamos a la playa. Luces de colores, gente, ambiente de fiesta y música. No era habitual de esos lugares así que me dedicaba a seguirla. Nos encontramos con algunos amigos y finalmente entramos en un local. Estaba a reventar. Abriéndonos paso entre la gente pasamos por delante de la barra y llegamos donde estaba todo el mundo bailando. Ahí me soltó la mano y se puso a bailar delante mío. Yo permanecía quieto, moviéndome ligeramente al son de la música.

-¿Qué haces hombre? ¡Muévete!Pero… yo no se bailar… - No digas tonterías, anda, ven…

Me cogió las manos y las puso en su cintura y luego puso las suyas detrás de mi cuello y empezó a moverse suavemente. Intentaba responder con movimientos parecidos pero no lo lograba. Me sentía demasiado ridículo y fui a la barra. Pedí algo para beber para ambos. Bebimos, volví a pedir y volvimos a beber. Probamos otra vez el bailar pero la única diferencia con el intento anterior es que esta vez me daba menos vergüenza, ya sabéis, primeros efectos del alcohol. Así que, tras varios intentos fallidos me senté cerca de una ventana. ¡Qué agradable era el aire de afuera, libre de humos! Estaba en un primer piso, y abajo, en la calle, la gente iba, volvía, se paraba a hablar… arriba, el cielo seguía despejado y las estrellas y la luna aun brillaban con fuerza. En mi vaso, el hielo se deshacía poco a poco.

- ¿Qué pasa, no te diviertes?No, no es eso… - Sí. No lo estás pasando bien aquí… - No, no, de verdad, me lo estoy pasando muy bien contigo… - No me mientas. Dime, ¿qué haces tu cuando sales, a ver?... - ¿De verdad quieres saberlo?... -

Pegué el último trago que quedaba en mi vaso, la cogí de la mano y salimos de allí. Nos alejábamos del humo, las luces de colores y el ruido. Nos alejábamos de la monotonía juvenil de noches de verano. ¿Dónde íbamos? A mi mirador. Sí, a la playa, pero lejos de la gente. A un lugar que pocos conocían y que a altas horas de la noche y temprano por la mañana era uno sitio único.

Tras un corto paseo llegamos. Entramos en el arenal. Caminábamos a pasos cortos, el uno al lado del otro, cogidos nuevamente de la mano. La tranquilidad de ese lugar era majestuosa. Una pequeña brisa de primera línea de costa, el murmullo de las olas en la orilla, el reflejo de una luna soberana… era un espectáculo digno de ver.

Avanzamos por la playa hasta llegar a unas rocas. Encima de estas había una vieja barandilla y tras ésta un banco de madera. Ese era mi mirador. Subimos una pequeñas escaleritas y nos sentamos en el banco.

- ¿Dejarás alguna vez de sorprenderme? - ¿Por qué lo dices?Este lugar…es… ¡es precioso!Por eso te he traído¿Sabes? En cierto modo, eres adorable Tan solo diferente al resto - - ¿Bailas?

Allí, alejado de miradas ebrias e indeseables, me daba igual no saber bailar, me daba igual hacer el ridículo. Nos cogimos y empezamos a bailar al son de la silenciosa melodía de la noche. Me costaba de creer como aquel lugar se me hacía tan especial por momentos. Cada vez estaba mas convencido, ella era realmente diferente, ella era realmente especial.

Poco duró aquella situación. Un desafortunado tropezón rompía el tacón de su zapato izquierdo.

- ¿Estás bien?Sí, solo se ha roto el tacón, no ha pasado nadaMenos mal - Lo estábamos pasando bienDemasiado bien - ¿Qué hora debe de ser?Deben de ser cerca de las cinco, pronto amanecerá. ¿Volvemos a casa? -


Porque fui, vencí a la muerte y volví. Gracias por hacerme creer en ti. ._<


jueves, 7 de diciembre de 2006

~Ella y yo [Parte Tercera]

En realidad no me apetecía mucho ir a buscarla, cuando me levantan de una siesta se me quitan las ganas de hacer cualquier cosa, pero me levanté. Me volví a vestir igual que cuando había ido a la playa y puse camino hacia la estación. No caía muy lejos de mi casa y por el camino me puse a pensar cómo podía haber conseguido mi número. No lo tiene mucha gente, mas que nada porque no soy mucho de usar móvil.

Finalmente llegué a la estación. Allí estaba ella, sentada en uno de los bancos rojos que había, mirando hacia el lado contrario del que yo. Me acerqué a ella y cuando estaba suficientemente cerca le acerqué la mano como señal para que se levantase. Sonrió, me cogió por el brazo y fuimos camino a mi casa. No iba excesivamente arreglada; vestía una camiseta cortita gris, unos pantalones también bastante cortos y unas sandalias a juego. Aun esto no dejaba de estar guapa.

Cuando finalmente llegamos a mi casa y nos sentamos empezamos a hablar. Le subí un refresco y para mi un café. Deberían ser las seis y media y hacía calor.

- ¿No te molesta que me quite la camiseta, verdad?Estás en tu casa, no soy tu madre para que me tengas que pedir permiso Estoy con una mujer, tengo que ser caballeroso ante todoJeje. Bueno...pues eso... No te desesperes. No soy fácil de tratar...Seguro que no es así Ya lo irás viendo... por cierto, ¿por qué viniste?Nada en especial. Solo quería hablar un rato contigo... Pues bien, hablemos. A ver, cuéntame algo sobre ti...Pues no se... ¿algo como qué? Como lo que tu quieras mujer...

Fue a partir de aquel viernes cuando empezamos realmente a conocernos. Como algo rutinario pasábamos nuestras tardes conociéndonos el uno al otro, allí, en la azotea de un pequeño edificio de una pequeña ciudad.

- ¿Y qué, por la noche, viviendo tu solo, debes salir siempre que te apetece, no?Pues sí, pero no soy muy de salir... - ¿Como que no? No puede ser eso, debes salir y divertirteLo se, pero no me divierte meterme en un local a rebosar donde la gente intenta bailar y demostrar algo que no son...Anda, no digas tonterías... Mira, el sábado que viene ponte guapo que saldremos a comernos la noche tu y yo...Esa es otra... de ropa voy flojo... - ¡Eres un caso! ¿Así pretendes que me case contigo? El sábado vamos a comprarte ropa, me invitas a cenar y luego nos vamos de fiesta… ¿qué te parece?Bueno, vale

Así quedamos. Faltaban tan solo dos semanas para que el curso terminara.

Hacía poco mas de una semana que nos conocíamos de verdad y estaba yo en mi habitación, estirado en la cama y mirando la luna a través de la ventana, tomándome un café, para variar. El día siguiente sería un buen día, eso sin duda. Pasaría todo un día con ella. Habíamos quedado bastante pronto en la estación.

Por la mañana me levanté temprano, me duché, me vestí y me fui para la estación. Cogí la cartera, el móvil y la cámara. Las llaves no solía llevarlas, siempre las dejaba bajo la segunda teja, donde nadie miraría.

Una vez en la estación me encontré con ella. Fuimos a la Capital, que estaba a unos treinta minutos en tren. Allí recorrimos un sinfín de tiendas, me probé mucha más ropa que la que me había probado hasta entonces y gasté más dinero en ropa del que nunca antes hubiese imaginado. Ambos nos compramos cosas y nos habíamos hecho muchas fotos, y, cargados de bolsas, volvimos a para casa. El tren de vuelta iba bastante vacío. La luz anaranjada del sol de tarde se colaba por los cristales de las ventanas haciendo del vagón un sitio más acogedor. Había sido un día bastante cansado pero aun quedaba la noche.

Ella, buscando una posición cómoda para descansar, apoyó su cabeza en mi hombro. Después de un instante de silencio se acomodó mas y puso su mano en mi vientre. Yo le acariciaba el pelo.

- ¿Dónde cenaremos?Tenía pensado hacer una cena en mi casa. Mis padres están de viaje y puedo usar la cocina a mis anchas. Y tranquila, cocino como nadiePero, yo tengo que ducharme, y cambiarme, y arreglarme… - Puedes hacerlo en mi casa si te apetece. El cuarto de baño de mis padres está libre y puedes coger lo que quieras de mi madre para maquillarte. No tiene gran cosa pero tampoco creo que te haga falta… - ¿Seguro?Yo siempre hablo en serioPerfecto entonces…

Llegamos a mi casa cuando deberían ser cerca de las nueve, nueve y media de la noche. El tren se había retrasado mucho y después de bajarnos del éste fuimos a tomar un helado. La heladería donde fuimos era mi antiguo lugar de trabajo y los helados y granizados eran posiblemente de los mejores de la ciudad.

Una vez en casa, mientras ella se duchaba me puse manos a la obra en la cocina. Mi experiencia en aquel restaurante de cocina italiana debería servir para algo. Miré en la nevera a ver que tenía: masa para una pizza, tomates, cebollas, lechuga, zanahorias, queso, embutido y frutas. Cena conjunta. De primero una ensalada de naranjas rojas y de segundo una pizza al gusto.

Trabajaba a ritmo de jazz. Mientras cortaba la lechuga, los tomates, las naranjas y demás, en el bloque de en frente, aquella pareja de novios volvían a tocar sus saxos.

Terminé rápido de hacer la cena. Dejé la ensalada en la nevera y la pizza en el horno, solo se tenia que hacer. Al ver que ella aun no había acabado de arreglarse subí arriba. Puse la mesa en medio de la terraza y la cubrí con un mantel de cuadros rojos y blancos, el típico de los restaurantes italianos. Luego llené un pequeño florero de agua y cogí una de las flores mas bonitas de mi pequeño jardín. Esto, junto a una vela roja formaban la decoración de la mesa.

Acto seguido me metí en la ducha. Bajo el agua fría y pompas de jabón me duché. Al salir de la ducha me puse un bañador, la toalla encima de los hombros y dirigía hacia mi habitación. Por el camino, pero, me topé con ella. Estaba allí, oliendo una de mis margaritas. Me la quedé mirando, que guapa iba.

- No pensarás cenar en bañador, ¿verdad? – [Se levantó, me cogió del brazo y me llevó a la habitación] – Tienes que ponerte bien guapo. A ver, ponte este pantalón… con esta camisa… sí, y este cinturón… sí, perfecto - ¡Qué raro! ¿De verdad me sienta bien?Estás guapísimoSí, ya…

Salimos pues a cenar. Eran las diez y cuarto y el ambiente estaba tranquilo. No podía sentirme mejor. En un ático de ciudad, cenando, a la luz de las velas, bajo un cielo lleno de estrellas y con una persona maravillosa. ¿Qué más puede pedirse?


Bueno, no va conmigo esto de publicar tan seguido, pero pche… es puente, tengo bastante reserva y me siento algo generoso =D (Falso, me siento como el puto culo, pero bueno… u_ù). Disfrutenlo!

lunes, 4 de diciembre de 2006

~Preguntas!

¿Estilo propio? ¿Te quiero? ¿Dejaré algún día de esconderme tras cuatro palabras? ¿Te lo diré? ¿Dormiremos tan abrazados que no querremos que amanezca? ¿Me encantas? ¿Qué soy para ti? ¿Realmente se recoge lo que se siembra? ¿Amigos verdaderos, de los que están ahí siempre, pase lo que pase, aunque te hundas en la miseria… realmente existen? ¿Por qué no abunda la mujer que me corresponda? ¿Ves como te quiero o te quiero por que me ves? ¿Para qué hago química? ¿Pelear, un placer? ¿Una puta vida sencilla? ¿Por qué hago tantas preguntas? ¿Me das un beso? ¿Y un abrazo? ¿Me encanta que te encante aquello? ¿Has pensado tanto en ella hasta rabiar? ¿Irías hasta el fin del mundo y gritarías su nombre al viento hasta que te sangre la garganta? ¿Me regalas una sonrisa? ¿Me dedicas una mirada? ¿Quieres ser mi reina? ¿Mi compañera de copas? ¿De cama? ¿De fin de semana? ¿Quieres ver mundo? ¿Lo quieres ver de rosa? ¿Quieres ser libre? ¿Tener dueño? ¿Quiero quererte?

*...Hecho un lío ]

miércoles, 29 de noviembre de 2006

~Ella y yo [Segunda Parte]

Acabaron las clases y yo salía por la puerta del colegio bostezando. El cielo vestía sus mejores galas, no había una sola nube y el sol seguía brillando. Tenía la costumbre de salir siempre de los últimos, algo así como un castigo por llegar siempre tarde por las mañanas, así que mis amigos casi siempre me tenían que esperar. Pero ese día no. En la calle hacía bastante calor y la gente se iba rápido en busca de un poco de sombra. Posiblemente era un buen día para ir a la playa. No había clase por la tarde, hacia buen tiempo…la pega es que al día siguiente había un difícil examen de Lengua.

Malditos exámenes, maldita asignatura de Lengua, malditas oraciones compuestas… ¡Qué problemático que es todo!

Entre maldiciones e insultos varios hacia los exámenes y el colegio en general llegaba a mi casa. Fue entonces cuando me acordé de ella. Me dijo que nos veríamos después de las clases, pero no la había visto.

Subí por las escaleras de aluminio hasta llegar a mi terraza. Abrí la puerta de mi habitación y sin mirar nada tiré la mochila a los pies de mi cama. Fuera de la habitación había un asunto más importante del que ocuparse, las plantas. Llené la regadera de agua y fui a dar de beber a mis flores. Geranios, rosas, margaritas, tulipanes… me gustaban todas las plantas. Tenia de todo tipo, de todos colores y olores, y todas eran preciosas.

El día pasó como cualquier otro. Me pasé un buen rato estudiando para mi examen de lengua, que aun llegar todos los días tardes y mostrar una actitud bastante apática hacia el tema escolar, me esforzaba en aprobar. El resto de la tarde salí a dar una vuelta con los amigos. Buen tiempo, más horas de sol, más tiempo para ti y los tuyos… el verano molaba. Solo quedaban tres semanas para que terminase el curso, y es cierto que aun era primavera, pero para mi el verano ya había llegado.

Por la noche me quedé un rato afuera antes de ir a dormir. Saqué un lienzo y una paleta con unas pocas pinturas y me puse a dibujar el paisaje a la luz de unas velas. Desde mi terraza se podían ver otras azoteas de la ciudad, algunas con carteles publicitarios, como por ejemplo una que tenia un rotulo luminoso que anunciaba un caro perfume francés u otro que señalizaba como llegar a un nuevo centro comercial que habían construido en el pueblo. Más al fondo podía verse un pequeño pinar y finalmente el mar. No era ninguna maravilla de paisaje pero a mi me gustaba. Pintar era una cosa que no se me daba del todo bien, dibujaba mejor, pero pintar tenia un “nosequé” que me tranquilizaba. Quizás era el tacto del pincel empapado de pintura al acariciar el lienzo lo que en realidad me gustaba.

Mientras pintaba podía oírse de fondo un saxo entonando una melodía de jazz. En el edificio de enfrente vivían una chica y su novio. Ambos amaban la música, en especial el jazz y por eso había noches que solían tocar sus saxos. Si la noche estaba tranquila, como la de hoy, podían escucharse desde mi terraza.

Antes de poder terminar de pintar me empezaba a entrar sueño. Eran cerca de las doce y media de la noche y pensé que sería bueno dormir un poco, mas aun teniendo un examen al día siguiente. Recogí el lienzo y las pinturas y, como la noche anterior, saqué mi “cama de verano”, la tumbona. Aquella noche sí que hacia calor pero dado a la altura dónde vivía se estaba más fresco. No había hecho mucho en todo el día pero estaba cansado. Me dormí enseguida.

El sol empezaba a dejarse ver tímidamente por el horizonte. En la calle no había apenas gente, solo funcionarios trajeados corriendo hacia las paradas de trenes y autobús. Pese a que me hubiese gustado dormir un rato mas, me levanté de la cama. Sentado, con un codo apoyado en la rodilla y bostezando mientras me rascaba la cabeza con la otra empezaba yo mi día. Era aun pronto y mas para mí, acostumbrado a las prisas y a levantarme tan solo quince minutos antes; hoy me había levantado con tiempo suficiente.

Bajé al piso de mis padres. Mi padre se había ido a trabajar hacía un rato y mi madre empezaba a hacer faena. Simplemente la saludé y me metí en la cocina para hacerme un café. Volví a subir a la terraza y me senté en una silla.

Aun no me había vestido, solo llevaba un pantalón corto gris que me servía de pijama.

Me acabé el café, me lavé, me vestí y me fui tranquilamente hacia el colegio. Seguramente me iría después del patio, hacía demasiado buen día como para malgastarlo encerrado en el colegio. Además era viernes, ¿quién tiene ganas de estar en el colegio un viernes? Nadie.

Y así lo hice. Después de un flojo examen de lengua, un par de horas en clase medio durmiendo medio atendiendo, y un rato de patio con los amigos me fui. Sin embargo, antes de eso fui a hablar con ella. En principio solo me iba a despedir pero al final la conversación se alargó.

-Buenas, “misteriosa desconocida” ¡Hombre, tú por aquí! ¿Qué te trae a venir a hablar conmigo?Nada en especial. Venía a despedirme… - ¿Despedirte? ¿Dónde vas?Supongo que iré a la playa - ¿Y las clases, que pasa con las clases?Hace demasiado buen día como para quedarse aquí… ¿Quieres venirte? Lo pasaremos bienNo creo que esté bien eso… otro día ¿vale?Está bien… - Lo prometo… por cierto, ¿podría pasarme luego a hacerte una visita?Cuando quieras Vale, graciasVenga, pues luego nos vemosSí. Hasta luego

Nos despedimos y me fui. Primero pasé por casa, vacié la mochila de libros y puse una toalla, un bloc de espiral, unos lápices y un par de gomas. Me puse una camiseta de tirantes, un bañador de flores, unas chanclas y unas gafas de sol de estas de “madero americano” que me regalaron por mi cumpleaños, y me fui a la playa.

Eran cerca de las doce del mediodía y realmente era aburrido pasear por la calle a esas horas. Caminaba por la calle dejando perder mi mirada en varios escaparates. No era un fanático de ir de compras pero me hacía gracia mirar escaparates.

Después de veinte minutos de paseo entre las calles de mi ciudad y posteriormente bajo el pinar, llegué a la playa. Mi pequeña ciudad tenía una gran playa con un ancho arenal y aguas, dentro de lo que cabe, limpias.

En la playa no había mucha gente. Caminaba por la arena en busca de un buen sitio para dibujar algo bonito o, simplemente algo interesante. Al final me cansé de buscar y me senté allí mismo. Estaba a media distancia de la orilla donde un par de niños pequeños jugaban a chapotear con las olas. Cerca de mí un par de señoras de mediana edad, posiblemente sus madres, y un poco mas lejos una chica tomando el sol. Saqué mi bloc y un lápiz y empecé a dibujar. Primero a los dos niños jugando y luego la chica que tomaba el sol. Allí, sentado al sol, entre tanta arena hacía demasiado calor como para concentrarse, así que lo dejé. Guardé las cosas y me fui a dar un baño. Después me volví a casa, se acercaba la hora de comer y mi estomago reclamaba comida.

Llegué a casa antes de lo que esperaba. Cuando uno tiene hambre multiplica sus capacidades. Antes de comer, pero, subí a la terraza para regar las plantas. Luego comí una ensalada de bolsa y un yogur. Con la barriga llena y la vejiga vacía ya estaba listo para pegarme una buena siesta. Me quité la camiseta, me estiré en la tumbona, cerré los ojos y dejé que el sueño me llevara.

Pensándolo bien llevaba una buena vida, o al menos un tipo de vida que a mi me gustaba. Vivía a mi manera, sin molestar a nadie y, de vez en cuando, intentando ayudar al mundo. Podría decirse que rozaba la felicidad. Pero la felicidad es algo tan efímero, algo tan ligero que hasta una pequeña brisa podía hacerla volar. Por eso evitaba su uso lo máximo que podía.

Entre sueños y pensamientos filosóficos sobre mi felicidad la tarde empezaba a caer y yo seguía durmiendo. A eso de las seis de la tarde mi móvil empezó a vibrar. Número desconocido para mi corta agenda.

- ¿Quién?Sí, esto soy yo… - Ah, hola. ¿Qué tal? ¿Cómo que me llamas?Te quería pedir un favor… - Pues dime… - Es que verás, quería ir a verte y darte una sorpresa… pero no se ir desde la estación a tu casa… ¿me vienes a buscar? - …sí, claro. Dame cinco minutosHasta ahoraHasta ahora…


Porque las chicas con ojos azules preciosos y pelo castaño con reflejos dorados existen...

lunes, 27 de noviembre de 2006

domingo, 26 de noviembre de 2006

~Crónicas de un campeonato - Jovenes Promesas

Querido Blog,

Hoy es sábado 25 de Noviembre de 2006 y estoy nervioso, bastante nervioso, aunque mucho menos que el año pasado. Un épico verano trabajando, alejado de mis entrenamientos y dos meses de duro trabajo tanto físico como técnico. Una hora al día, cinco días a la semana, cuatro semanas al mes… total, más de cuarenta horas, que verían sus frutos sobre un tatami. Tantas patadas, tanto entrenamiento… no puedo evitar pensar en ello. ¿Ganaré? ¿Perderé? Un suculento tercer puesto me otorgaría una deseada medalla…

Así pues, con los dedos helados, un nerviosismo general, generado por la adrenalina que debo estar segregando, y el “único contratiempo” de dos golpes producidos a causa de una
desdichada caída sobre el “puzzle” del gimnasio, me dispongo a narrarte como se desarrolla tan importante contienda.

Son las 22:39 horas del Sábado, vísperas del Campeonato. Dicen que a buen entendedor pocas palabras bastan, así que supongo que cualquier individuo que esté leyendo esto y haya salido a competir alguna vez en su vida debe sentir como me siento. Dentro de poco me iré a dormir, mañana el día empezará con un buen madrugón. Sí, a las 7 y media en el gimnasio, lo cual conlleva a un “bonito” despertar a las 6 y media, una buena ducha de agua fría, una pequeña dosis de cualquier sustancia que contenga cafeína, el último vistazo a la mochila y nada de desayunar. ¡Qué nervios, qué excitación pre-campeonato! Solo de pensar que mañana me mediré, mañana sabré cuanto he mejorado realmente respecto al año pasado, mañana haré una de las cosas que posiblemente más me satisfacen.

22:51, la mochila ya está lista. El dobok, el cinturón, el peto, el casco, guantillas, espinilleras, antebraceras, la coquilla y el bucal, sí, no falta nada. La suerte, por así decirlo, ya está echada. Lo único que puedo hacer ahora, es mentalizarme y mirar de descansar. Sería fatal no poder pegar ojo. Pero antes de irme a dormir quiero hacer una mención a aquellas personas, que de algún modo, de una forma desinteresada pusieron, pusieron en mí sus esperanzas, aunque solo fuese una pequeña parte. A todos vosotros gracias.

22:57, me voy a dormir. Mañana será un día… “Bang!”

Domingo 26 de Noviembre de 2006

19:39 en casa por fin. ¡Qué día! ¡Bronce, sí señor! Ese Carlitos que le dije que le dedicaba parte de esta medalla. Ole, que euforia =D. En fin, locuras a parte, un día para recordar. Un buen madrugón, una ducha, el pesaje, un primer combate muy temprano… Qué combates!

Primera Ronda 210
Segunda Ronda 23
Cuartos / - / (Ganador por lesión rival)
Semifinales 8 1 (Demasiado bueno para mi)

No se pudo luchar por el oro, el tipo que me eliminó en Semis era muy bueno, aun así estoy satisfecho. Una medallita de bronce, un diploma, un montón de cosas aprendidas, sobretodo del último combate… en definitiva, un buen recuerdo.
Tema lesiones… pues he salido mucho mas bien parado de lo que creía, un poco de capsulitis en el dedo corazón de la mano izquierda, un golpe en la mano derecha, otro en la cadera y el empeine un poco inflamado, lo típico.


Así que, satisfecho y contento me despido. Hasta el próximo campeonato.

PD. Como última mención, volver a agradecer a aquellos que confiaron en mi y me dieron su apoyo, a los del Choi’s y a mi coach eDu. Gracias!



lunes, 20 de noviembre de 2006

~Me mira. La miro...

Me mira, la miro. Intercambio sutil de miradas. Escasos segundos. Cierro los ojos, a cada parpadeo me parece mas guapa. ¿De donde habrá salido? ¿Se necesita una razón para ayudar a alguien? ¿Y para querer a alguien?

Me mira, la miro, nos seguimos mirando. Podría pasarme horas así. Podría abrazarla sin ni siquiera tocarla.

Me mira, la miro. Parpadeo. Esboza una dulce sonrisa en su cara. Articula levemente sus labios y pronuncia una palabra que me hace enloquecer.

Me mira, la miro. Cierro los ojos y los abro, despierto.

Hoy, un lunes como otro cualquiera, en una clase de química como otra cualquiera, en un atípico mes de Noviembre en el que aun hace calor, me deshago de mis cadenas. Sí, te dejo. Abandono una vida entregada a ti, a llevar los grilletes de estar enamorado y a cumplir condena volviendo solo a la cama.

Me coges la mano, está fría, como el mármol, y tiembla. Siempre tengo las manos frías, lo sabes, igual que sabes muchas mas cosas de mi. Pero hoy lo dejo. Me abandono a los placeres de una vida solitaria con sabor a café con leche; una vida de egoísta, gris, de miradas perdidas y poesías sin dueña. Una vida circunstancial, que puede que abandone en un tiempo. Pero el tiempo es algo tan efímero, algo que simplemente pasa…

Con el tiempo, los príncipes se vuelven ranas, las flores se dan cuenta de que nunca podrían despegarse del suelo y la ilusión se abraza a la tristeza. Decepción, extraña conocida, ¿cuánto hacía que no nos veíamos? ¿cómo te han ido a ti las cosas?

Reina, estate tranquila y no te preocupes, yo seguiré a tu lado. Un día te quise, puede que otro vuelva a hacerlo. Aun así sigues siendo la joya de mi vida y no te desesperes, piensa que es la mano la que envejece y no la sortija, que pasarán los años y seguirás siendo preciosa, que el cielo tendrá envidia de tus ojos. Y nos haremos viejos y, como el tópico de siempre, estaremos sentados en bajo un porche, llenos de arrugas y, tal día como hoy, nos volveremos a mirar.

Todo eso, porque te quise, porque me enfrenté a la soledad, escapé del recuerdo y vi la luz en tus ojos y la pasión en tu corazón. Porque sé que, al menos un día, al menos en un pequeño instante, me querrás de una forma especial, y, al fin, te darás cuenta de que no habrá nadie que te quiera mas que yo.

Me miras, te miro. Soy libre… ¿y ahora qué?

---------
Bueno, hago un pequeño paréntesis en esa larga historia que me llevaba entre manos para escribir algo que salió verdaderamente de dentro, tal cual como se narra. Esperemos que las cosas le vayan bien al pequeño aLbert - para los no-informados, albert soy yo ._. - en la vida =D...
PD: Sí, coño, otra ñoñería de las mías. ¿Y qué? Es mi blog y encima el Domingo tengo Campeonato y estoy de adrenalina hasta el culo. Es normal cojones =D!!

Comentarios sumamente agradecidos =D

viernes, 10 de noviembre de 2006

~Ella y yo [El principio]

Cuando empezaba a llover, ella y yo estábamos saliendo de clase. Ninguno de los dos llevábamos paraguas y según se veía en el cielo parecía que presenciaríamos una ligera tormenta de verano en pocos minutos.

Yo no tenia mucho problema, vivía a un par de calles de allí. Pero ella, en cambio vivía bastante más lejos. Seguramente cuando llegase a casa lo haría bien empapada. Así fue como le propuse que se viniese a mi casa hasta que la tormenta pasase.

Yo vivía en un edificio no muy alto, en el piso de arriba, el ático. Bueno, no exactamente. Mis padres vivían en el ático, y yo en la terraza de arriba, la azotea, en un pequeño habitáculo que era mi casa. Desde que era un niño pequeño solía subir allí arriba y pasar el rato. Ahora lo usaba para vivir. No me llevaba demasiado bien con mis padres así que un día decidí que viviría allí arriba. Está claro que cuando era la hora de comer bajaba al piso de mis padres pero mi vida transcurría allí arriba.

No era una habitación muy grande, pero lo que en realidad lo hacia único era la terraza que tenia. Allí pasaba la mayor parte del tiempo. En la terraza tenia mis plantas y flores, bajo un toldo, una mesa, un par de sillas y una pequeña caseta de madera que usaba para guardar todo aquello que no cabía en la habitación.

Dentro de la habitación había, obviamente, una cama que se replegaba en la pared, un pequeño armario donde guardaba la ropa, un pequeño sillón y varias estanterías. En ellas tenia de todo: libros, álbumes, papeles, fotos…
Las paredes de la habitación estaban literalmente forradas por mi. Fotos que me había hecho con mis amigos, dibujos que me gustaron especialmente y no me vi con corazón de regalar o, eventualmente, alguna que otra poesía que escribía cuando lo necesitaba eran algunos de los elementos que cubrían las paredes de mi habitación.

Finalmente y como un pequeño adosado a mi “casa”, disponía de una pequeña habitación que me servia como cuarto de baño.

[…]

Ella y yo caminábamos por la calle mientras la lluvia caía suavemente sobre nosotros. En realidad era una situación bastante romántica y lo hubiese sido más si nos conociésemos mejor. Desgraciadamente nos conocíamos de poco más que hola y adiós… De todos modos, no importaba. Después de un pequeño paseo llegamos a mi casa. Se podía subir por dentro del edificio o por la escalera de atrás. Normalmente subía por la de atrás, así evitaba encontrarme con los vecinos. Además era mejor, la parte de atrás del edificio era mucho más bonita. Las pared estaba pintada por mi, un trabajo de varios años aun por acabar en el que se representaba un bonito amanecer. La escalera, que daba a mi terraza, era de aluminio oscurecido y quedaba armoniosamente decorada por el verde de una planta trepadora que crecía a lo largo de ésta.
Pensé que quizás se sorprendería al ver como vivía pero pareció que le gustó.-

¡Oh, qué bonito! ¿Es realmente tuyo todo esto? Sí que lo es. Vivo aquí arriba como quiero¡Que suerte! Y estas flores, ¿son todas tuyas?Sí. Las riego cada día. Creo que las flores son maravillosasYa veo… - Sí, sí, y creo que tu eres más fantástica que ellas… - Tu también eres genialSeguro…

Nos sentamos en las sillas que estaban bajo el toldo. Seguía lloviendo y ella contemplaba las vistas que se podían disfrutar desde allí. Yo en cambio la miraba a ella. No me había dado cuenta antes, pero era realmente guapa. No era una chica muy alta pero tampoco muy baja, de complexión más bien delgada. Tenía un bonito pelo castaño con reflejos dorados y unos ojos preciosos de color azul intenso.
La seguía mirando cuando giró su cara hacia mí. Me había pillado mirándola fijamente, pero aun así no me sentía incomodo.

- Lo siento, no quería molestarte mirándote de esta manera… - No, tranquilo. En realidad te tengo que agradecer que me hayas invitado. Esto es maravilloso.De nada mujer. Siéntete libre de venir cuando te apetezca… - ¡Que mono! Si algún día me caso me gustaría tener a alguien como tú de maridoEntonces… ¿te quieres casar conmigo?Quizás algún día me case contigo. Bueno, se esta haciendo de noche y ya ha parado de llover, creo que debo irme… - Quédate cuanto quieras, casa mía es casa tuya… - Gracias pero debo irme… bueno, nos vemos mañana en clase…y quizás venga luego contigo…si quieres, claroPor supuesto

Me besó y se fue. ¡Que chica tan maravillosa! Era buena, bastante guapa y una persona encantadora. Aquella noche dormí fuera. Desplegué una tumbona y bajo la atenta mirada de una luna casi redonda me puse a contar estrellas. El cielo era realmente fascinante, tan grande, tan sereno, tan lleno de cosas increíbles, tan azul…

- Algún día tengo que escribir algo sobre el cielo pensé

Una suave brisa soplaba en aquella noche tan tranquila. Las luces de la ciudad poco a poco empezaban a apagarse y todo se reducía a leves ruidos que morirían en silencio y tranquilidad. Aquella noche las estrellas brillaban con más fuerza; aquella noche de verano pensé en ella…

Como cada mañana el reloj sonó a su hora, quince minutos antes de que empezasen las clases. Un nuevo día empezaba y el sol brillaba con fuerza. Me lavé, me vestí y tome un desayuno ligero, vamos, lo de cada día.
Llegué a clase un poco tarde, como siempre. El profesor, harto ya de mi y mi impuntualidad me echo por enésima vez en este año a la biblioteca.

-Maldito profesor de Historia… siempre con lo mismo… - pensé para mi mismo – bueno, da igual, así puedo dormir un rato mas…

Subía por unas escaleras mas que conocidas que me llevaban a mi sitio de siempre en la biblioteca de aquel colegio. Arriba me esperaba otra crucecita en la lista de expulsados.

-Buenas…vuelvo a estar aquíHombre, tu por aquí…hoy es… jueves… ¿Historia no? [Dijo Pepe, el encargado de la biblioteca] – Sí, como no… - ¿Qué haremos contigo? Anda, ves a sentarte, y hoy no te duermas que no estas solo…

Entonces me fijé. Allí, dos sillas mas allá de donde estábamos había alguien sentado. Fíjate tú por donde, era ella. Casualidades, caprichos del tiempo o lo que fuese, posiblemente hoy era un día de esos que agradeces ser tan impuntual a clase. Fui hacia ella y me senté a su lado.

-Buenos días Hola. ¿Que tal?Ya me ves, vamos haciendo… ¿tu qué, qué haces aquí arriba?He llegado tarde, ¿y tú?Yo lo de siempre… - Ah…ya veo

Por las mañanas no era el mismo. Normalmente, a primera hora de la mañana no solía haber nadie y malgastaba el tiempo de cualquier manera. Si la noche anterior había habido partido pasaba mi hora de castigo comentando el partido con Pepe, sino, me ponía a escribir, a dibujar o simplemente me echaba a dormir. Hoy en cambio estaba con ella. No podía malgastar el tiempo durmiendo.
La miré a la cara. ¡Qué ojos tiene! ¡Que bonitos!

-¿No te han dicho nunca que tienes unos ojos preciosos? La verdad es que no… - Pues permíteme ser el primeroNo creo que tenga unos ojos tan bonitos, simplemente son azules… - A mi me encantan. ¿Puedo dibujarte?

Como un leve eco esas palabras hicieron inciso en ella. Seguramente era la primera vez que topaba con alguien como yo. Me fascinaban las artes como entretenimiento. Escribir historias o poesías, dibujar o hacer fotografías era algo que me apasionaba. Vivía y comprendía el arte como una forma de enriquecimiento personal, como una forma de expresarme con el mundo. Además, a la gente le gustaba, o al menos, eso decían. Posiblemente no era tan bueno como me pintaban, pero me llenaba saber que había alguien que le gustaba lo que yo hacia. Así fue como en una hora la dibujé.

-Toma. ¿Qué te parece?Es preciosoPara ti puesPero, pero… - Eres tu y te gusta. Quédatelo Gracias – [Me abrazó] – El que te tendría que dar las gracias soy yo, no todos los días uno encuentra una musa como tu… - Eres gracioso, ¿sabes?Me lo suelen decirBueno, parece que ya es hora de ir bajando… ¿nos vemos después de las clases…?Dalo por hecho…


Buenas alientosysuspiros-maniatic@s =D…Cuanto tiempo…!! Pues nada, espero que os guste...Otra historia de estas mías llenas de idealismos, simbolismos y muchas mas cosas que acaban en -ismo(s), para que os sintáis identificados y si alguien le ve el trasfondo tendrá premio seguro... =D.

Es en principio la parte principal d euna historia que he empezado a escribir en clase... asi que no prometo continuarla, aunque me gustaria =D.
Comentarios y todo tipo de criticas son gustosamente aceptados y infinitamente agradecidos!

PD. Siento todos los cambios de fuentes, tamaños y tal que puedan haber, pero es que el editor de Blogger es tremendamente malo ._<

Nos vemos!

domingo, 22 de octubre de 2006

~Líneas

En un espacio entre líneas estás tú. Viviendo entre líneas.

Línea uno – Acepta las leyes del mundo, o al menos acepta que hay leyes.
Línea dos – Acepta quien eres, pero sobretodo, acepta quien no eres.
Línea tres – Elige tu música, tu comida y tus amigos. Nunca elijas a quien amar.
Línea cuatro – Acepta el hecho que quizás quieras cambiar tu mente, o quizás no.
Línea cinco – Se feliz con aquellos que te quieres y acepta el hecho de que haya otros que no te quieran.
Línea seis – Aprecia los momentos de satisfacción.
Línea siete – Vive tu vida solo para ti mismo. Los otros ya tienen sus propias vidas para vivirlas.
Línea ocho – Sorpréndete con algo nuevo. Un día sin sorpresas es un día perdido.
Línea nueve – La muerte vendrá. Acepta eso y simplemente disfruta de la vida.
Línea diez – Crea tu propio espacio entre líneas. Tú decides.

Pues bueno, no es un texto mio. Lo encontré por ahí, como comentario en una foto de DA. Yo solo me he dedicado a traducirlo...pero bueno, me hizo gracia y creo que está bastante bien. Un saludo para el autor. Thanks man!

jueves, 12 de octubre de 2006

~No sé...

¿Retos? ¿Para qué? Puedo conseguir algo parecido sin esfuerzo.

Aquí sigo yo, sin Internet, sentado en mi silla, con la música retumbando en las paredes de mi habitación. ¡Qué aburrido es aburrirse! En días como hoy es cuando me doy cuenta de lo que dependo de Internet, del Messenger sobretodo. Si ahora tuviese Internet seguro que estaría conectado al MSN y, aunque no estaría hablando con nadie, no estaría tan aburrido. En fin, es lo que hay. También he de saber verle el lado bueno a todo esto. Cuando me aburro tiendo a fijarme más en las cosas y gracias a eso me puedo llegar a inspirar con más facilidad que antes.
Y así ha sido. Todo ha pasado cuando iba yo por la calle. Era por la tarde, a eso de las tres y cuarto, después de haber comido. Aunque hacia sol corría una brisa fresca que no iba nada bien para mi resfriado. Pero bueno, que más daba. Caminaba absorto en mis cosas, cuando me disponía a girar una esquina, voy y topo con un grupo de chicos. Cinco para ser exactos, tres chicos y dos chicas. No deberían tener mas de doce o trece años.

El asunto es que, las dos chicas y yo intercambiamos miradas. Seguramente se fijaron en mí por mis pintas: Cabeza llena de pinchos, ojos rojos gracias a mi resfriado y un vestuario bastante despreocupado no pasan desapercibidos.

A lo que íbamos. Hubo un intercambio de miradas. Fue muy breve, décimas de segundo, pero suficiente para que me pusiese a pensar.

Como ya he dicho antes, supuse que tendrían entre doce y trece años.

-“Bien, bien” –pensé- “De aquí unos años, cuando yo tenga ya mis dieciocho o diecinueve años y me convierta en el típico Chico-mayor-con-coche (mas conocido como tonto-con-coche) podré pasarme por los institutos y ligarme a cualquier niña calentorra que me encuentre.”

Pero no. ¿Qué gracia tendría eso? Es mas, ¿por qué tengo que convertirme yo en el típico “asalta-cunas”? ¿Qué pasa, que fardar de que tienes diecinueve años y te follas a una niña de dieciséis gracias a que tienes coche y pasta para malgastar te hace ser un kie?

¡Que pena! Triste pero cierto: La realidad de la adolescente o pro-adolescente es así. Pero la verdad, no sé que me da más pena.

No sé si me da más pena la chica que a cambio de su virginidad, cuatro ruedas y unos asientos traseros de un “3-puertas” venda de una forma tan deshonrada algo que, supuestamente, debería ser uno de los recuerdos más bonitos de su vida.
No sé si me da más pena el chico de papá que, frustrado porque ninguna de sus compañeras contemporáneas se fija en él, decide que es hora de satisfacer su apetito sexual con la primera niña que se deja llevar por los caminos de la lujuria, la libido o el materialismo.

No sé si me da más pena el chico de dieciséis o diecisiete años que decide currárselo y que gracias a su edad no dispone de cuatro ruedas que le hagan de soporte en el difícil, pero a la vez simple arte de tener “novia”.

Sea quien sea todo me da pena. ¿A donde hemos llegado? ¿Acaso valen mas cuatro ruedas, un par de chapas y una cartera donde siempre haya billetes de donde coger que una persona que de verdad ama a otra?

No puedo cambiar el mundo, tampoco quiero hacerlo. Prefiero currarme yo mi vida, ganarme las cosas por lo que soy no por lo que tengo. Me niego a ser el típico tonto con coche.

El rebaño nunca piensa por si solo, por eso, si yo tengo que ser la oveja negra que impone su voluntad, lo seré.

[ Escrito el 06/10/06 ]

Dándole caña al bloG...!! En fin...no es de una calidad impresionante, sinceramente no me llega a gustar del todo, pero bueno, creo que se merece ser criticado tambien...

lunes, 9 de octubre de 2006

~Te...

Te admiro, Te amo, Te follaría. Aun así, te sigo queriendo.


Te admiro por como eres, por lo que me haces sentir cuando estoy a tu lado. Por hacerme sentir satisfecho y orgulloso de haberte conocido. Algo especial que como un arco iris de sensaciones hace que día a día te conozca tal y como eres. Te admiro por lo que me das de ti, desinteresadamente, cada vez que me dejas ser tu amigo. Por tus palabras de animo, por tus palabras duras.


Te amo por lo que me haces sentir cuando te toco, por como me congelas cuando me miras. Cara, cuerpo, pechos, culo; te saliste del canon de mujer para convertirte en algo ideal para mis ojos. Te amo por cada beso que receloso se queda en la mejilla, por cada abrazo al infinito, por cada mirada que me hace jugar a las palmas con la locura. Te amo porque contigo yo soy el que quiere y el que se deja querer.


Te follaría porque la lujuria me pierde, porque te miro y veo a la libido en forma de mujer, una musa del sexo. Por cada vez que me miras ya que tu mirada es mermelada. Te follaría por que me pones tan caliente que toco el agua y se hace vapor, porque al escribir esto la tinta se me corre.


Aun así, te sigo queriendo. Te quieroquiero tanto y a la vez te odio. Pensando en ti los minutos se me hacen horas, las horas días y los días se me hacen años. Te quiero por todo y te quiero por nada. ¿Y aun ahora, te sigues preguntando lo mismo? cerca y a la vez lejos.


Ven, subiremos al cielo. Te admiraré, te amaré, te follaré y te seguiré queriendo.


---------


MuaH, muaH... u_ù...Sin comentarios. "Estructura original por o r ! o n [ ... - http://lagrimasdeladiosa.blogspot.com/ ]"