martes, 31 de julio de 2012

+6

Avui és un dia una mica especial. Avui mateix, sis anys enrere, vaig tenir la “genial ocurrència” d’obrir aquest petit racó. Ni molt menys començava la meva maldestra aventura literària en aquell moment, però sí que la vaig fer diferent. Durant sis anys i de manera molt més interrompuda del que m’hagués agradat he anat recorrent un camí de contes de prínceps i princeses, d’històries de llàgrimes i somriures i sobretot de molt sentiment delirant. El temps es un mentider ja que, tot i sabent que han passat tots aquests anys, encara em vol fer creure que va ser ahir quan encara era aquell noi de cabells de punxa, que escrivia en aquesta bonica llengua més sovint i tenia masses ocells al cap, si més no, ocells diferents. Tot era més fàcil llavors. Així que això no és més que un petit i auster homenatge a aquell nano de setze anys, a totes aquelles noies convertides ja avui en precioses dones, a tothom qui em va fer sentir algun cop, a tota aquella gent que va perdre uns minuts de la seva vida per llegir-me, i sobretot al aquella persona en la que m'he acabat convertint. 


viernes, 27 de julio de 2012

buenosDÍAS

En medio de un subidón de veneno andaba yo pensando a solas cuando amanecía. De pronto me vi precipitado a un torrente desbocado de recuerdos y memorias, tanto antiguas como recientes y me perdí durante horas. Cuando pasa eso siento al principio la más agradable calidez, pero pronto un frío hueco me abraza y me estremece. Y realmente no sé como me siento, o como se supone que debería sentirme. Es un momento que se hace cada vez más extraño; pero siempre me pregunto lo mismo: ¿Qué hice yo? Y de pronto siento como otro día se pierde.

martes, 24 de julio de 2012

miradas


Se suele decir que los ojos son el espejo del alma y que si sabes ver a través de ellos es entonces cuando puedes conocer realmente a una persona. Hay miradas de todo tipo y aunque muchas pueden parecer iguales todas son distintas y propias de cada persona. Es así como cada uno tenemos nuestros ojos y mirada y por eso gusto normalmente de escudriñar en los ojos de la gente. Y no es fácil porqué hay miradas y miradas. Hay gente que tiene ojos planos como sus encefalogramas o miradas vacías que no dicen nada porque no tienen nada que decir. Tal vez sea yo que no sé ver, pero los aborrezco. También hay gente con mirada, como yo la llamo, normal que hacen relativamente fácil entender cómo se sienten, pero las que realmente me apasionan son esas miradas perdidas, los ojos profundos e insondables y, por supuesto, las miradas seductoras. Me fascina caer prendido bajo esas miradas que son a la par intrigantes y divertidas, tan dulces como aterradoras.
A veces en mis sueños recuerdo a la gente y sus miradas y soy capaz de ver a través de sus ojos, que de vez en cuando me desvelan lo que algún día quise saber. Y a otra noche allí estabas tú; no sé cómo te las arreglaste para aparecer tan de repente y pensé al momento que tal vez si hubiéramos aprendido ese truco la historia ahora mismo sería distinta. Sea  como fuere, allí estabas tú. Tan delicada como fiera, pero eso sólo es un recuerdo de hace mucho tiempo, de quién yo solía conocer. Sentí tu presencia al instante, embriagándome por completo pero no pude mirarte. No quería mirar tus ojos y que me contaran lo que la verdad había hecho. Hablaste con los leves ecos que aún retumban en mi cabeza, callaste y volviste a hablar sin que yo te dijera nada. Dijiste que te mirara a los ojos y me contaste ese tipo de cosas que nunca sabes muy bien si quieres o no saber. Me entró tanto miedo que corrí tan rápido como pude. Corrí… corrí hasta que mis músculos ardían y mis venas bombeaban ácido de batería; corrí hasta que me desperté.

Desde aquella cama que no era la mía, en una habitación que tampoco era la mía podía ver a través de la ventana como ese bucólico cielo norteño plagado de estrellas empezaba a amanecer. Me incorporé angustiado pero sin saber que ese nuevo día me traía la promesa de una nueva mirada.

lunes, 23 de julio de 2012

rituales#2

Y a la tenue luz del fuego escribo lo que soñé, mientras otra rosa arde. Es un momento extraño de mi vida...

miércoles, 18 de julio de 2012

A veces


A veces pienso que este verano está siendo tan productivo como caluroso, es decir, más bien poco. A excepción de contados momentos de lucidez, al igual que algunos días de bochornoso calor, lo demás ha sido tan trivial que me asqueo solo de pensarlo. No pasa nada mientras el tiempo pasa y la vida carece de la emoción que trae consigo la novedad y la pasión que alimenta el sentimiento. A veces, en uno de esos interminables días en los que me recluyo en mi palacio interior, cuando ya he leído tanto que mis ojos reclaman descanso y me siento torpe y vulgar para escribir noto que muero lenta y silenciosamente. A veces esos días fumo tanto que acabo viendo a un dios en el verde humo y hablamos con largos silencios sobre las virtudes y los pecados de su creación. A veces creo que yo solo quiero escapar, desconectar y huir de esta orilla del Mediterráneo y esa ciudad que odio tanto como la amo. Tal vez aún no haya entendido que hace mucho que sin saber muy bien como dejé de agarrar las riendas de mi vida y me vi abocado a un mar bravo de odio y esperanza, de tormentas de castigo y promesas falsas, con la esperanza como único sustento. Obviamente me hundí, pues lo que yo creía esperanza no era más que una desdichada ilusión provocada por las drogas o el veneno. Me hundí entre las aguas turbulentas y cuando pasó la tormenta y el mar lo vio oportuno me escupió a la orilla. A veces pienso que ahí fue cuando me fueron devueltas esas riendas que había perdido.

A veces tengo sueños increíbles y hermosos, que no cuento a nadie, sin necesidad de estar dormido porqué cuando me duermo hay veces que te sueño sin querer y me robas otro día de mi vida. A veces pienso que no debería escribir estas cosas que escribo, ni pensar las cosas que pienso. 


martes, 17 de julio de 2012

ayer te vi pasar



Ayer te vi pasar, andabas por la calle de mis sueños
que hace esquina con el sol de la mañana
que me viene a despertar. Ayer te vi pasar,
andabas con aquel vestido verde
y esos ojos de leona que me pierden y ese aroma a madrugá.
Ayer te vi pasar, andabas por la sangre de mis venas,
por la calle que hace esquinas con mis penas
como andan las olas por el mar.
Reina de mis reinos por reinar, si estos ojos no te ven,
no saben si no llorar, esta boca dice amén,
sin saber lo que es orar y este amor que no enamora,
cansadito de morar en la discordia.
Tú con tu oración, tus locuras, tus historias;
yo con mi canción de los amantes que se odian,
cupido y el amor con locura transitoria,
y la vida es un dolor que no se cura con memoria.
Y si yo me moría por vivir entre tus piernas,
por si acaso eso del frio cuando lleguen los inviernos.
De noche y de día malvivía en las tabernas
y borracho de amor baje a buscarte a los infiernos.
En esto Satanás que no esperaba verme aún,
pobrecito Lucifer sin camitas en su hotel.
Tú y yo nada más que este amor en común,
dice: tú y yo nada más que la patria de la piel;
y estos versos de betún... y el universo en un papel.
Ayer te vi pasar y a pesar de no andar sola,
andabas en soledad y otro hombre te besaba
lo que era mío besar cuanto odio destiló.
tan solo por amar, por no saber amar.
Que orgulloso dios sabrá decirme,
si cupido confundió entre el amor y el olvido,
o bebió más de la cuenta.
En mitad de una tormenta quiso jugar a ser dios
con mi corazón como cometa.


Sharif el Increíble

No queda mucha musa dispuesta por estos lares de dios. Con esta canción creo que será suficiente de momento.

jueves, 5 de julio de 2012

rituales


-          ¿Por qué hace eso, Maestro? – le pregunté.

Era la madrugada de un recién comenzado 23 de junio y estábamos mi Maestro y yo perdidos vete a saber dónde, en algún punto de los caminos de la vida. Estábamos de pie en lo alto de una colina, solos en la inmensidad de la noche bajo un manto de débiles destellos de las estrellas. Justo delante nuestro había una pequeña maceta de la cual brotaba una marchita rosa roja. Mi Maestro la había dejado ahí y tras mirarla durante un rato se acercó a ella sin decir nada, sacó una caja de cerillas de su bolsillo y empezó a quemar los pétalos. En unos instantes la flor prendía coronada por las llamas. El Maestro dio unos pasos atrás y se paró a mi lado y ambos nos quedamos mirando como el fuego consumía lentamente la rosa.

-          ¿Crees en Dios? – me preguntó.
-          ¿Debería creer?
-          Eso es algo que depende exclusivamente de ti. – me contestó – Yo no puedo enseñarte a creer en nada…
-          ¿Usted cree en Dios, Maestro?
-          No creo en ningún Dios en concreto, si es a lo que te refieres. Yo soy una especie de deísta y esto – dijo en alusión a la rosa que prendía – no es más que una especie de ofrenda. Aunque sea contradictorio con mis creencias tengo una serie de supersticiones y hago ofrendas a los dioses, mis propios dioses, los de mi alma y mi cuerpo.

No entendía muy bien qué quería decirme así que me limité a asentir con la cabeza y seguí mirando el fuego que ya bajaba por el tallo de la flor.

-          No pretendo que lo entiendas. – me dijo – El vigesimotercer día de cada mes hago lo mismo: cojo una rosa roja marchita y la prendo. Con ella siento que en mi interior arde algo también; es un sentimiento extraño que difícilmente podría describirte. Algo latente dentro de mí que aún me daña y que elimino poco a poco con el fuego que todo lo consume. Luego, la brisa del tiempo se lleva consigo las cenizas. Seguramente llegue el día en que estos demonios de mi conciencia a los que rindo pleitesía con estas ofrendas se apiaden de mi alma y me dejen en paz. Hasta entonces seguiré con mis rituales.

Ninguno de los dos dijimos nada más. El fuego ya había consumido casi la totalidad de la rosa y esperamos hasta que la última llama se hubo apagado. Allí, sobre la maceta quedaban los restos carbonizados del tallo y negros pétalos. Una brisa los hizo volar y el Maestro los siguió con la mirada hasta que se perdieron en el horizonte. No sabría decir si había encontrado el alivio del que tanto hablaba: su mirada era vacía y su cara inexpresiva, como siempre había sido. Recogió la maceta y retomamos el sendero de la vida.

martes, 3 de julio de 2012

en el club de la lucha, entre verde y cerveza y dos mujeres.


La vida es como un cúmulo de problemas que se van sucediendo sin concesiones, un puñado de complicaciones agraviadas por la brutalidad de tener que hacer una elección con un límite de tiempo. Lo peor de todo esto es que no escogemos aquello que como un sueño esperamos como respuesta ideal; nosotros somos distintos de dios. No sólo no somos omnipotentes, sino que además, a veces nos tenemos que poner al lado del diablo.
La vida es una tragicomedia, hermosa y horrenda a la vez, un sinstendido. No es que sea un descreído ni lo veo todo negro, simplemente no miro hacia adelante como creo que hace casi todo el mundo, miro hacia los lados. Vivimos tan deprisa, obsesionados con el mañana, el futuro, sobre el yo que esperamos ser… ¿Qué seremos, tendremos un buen trabajo, hijos, una casa? Pensamos en él, en esa persona que tanto ansiamos convertirnos, en esa vida llena de sueños cumplidos y experiencias, pensamos tanto en él que nos olvidamos de nosotros mismos. No nos damos cuenta de que todo aquello que nos rodea, el tragicómico teatro que es la vida. Aunque hay luchas que, simplemente, no puedes ganar, depende de ti mismo el papel que quieras interpretar en esta obra. Y todo eso hay es lo que hay que disfrutar, esos son los auténticos placeres. Pienso que lo realmente importante y valioso en esta vida es el sentimiento. Creo que por todos es sabido que me encanta aprender y saber, descubrir conocimientos y poder abrir mi mente a nuevas ideas, pero todo esto al final se acaba perdiendo. El olvido es pesado y la memoria cada vez más falible y corta. Los sentidos acaban atrofiándose: el mundo se torna borroso y oscuro, llano, falto de texturas; los olores se esterilizan, los sabores insípidos y el sonido de la vida se atenúa.  Incluso en la mujer, que como dije en su día creo que es la mayor exaltación para los sentidos,  perece al paso del tiempo y su belleza, su quintaesencia, se pierde. Pero el sentimiento es puro, intacto e invulnerable y puede permanecer para siempre. El sentimiento da la vida, es el pequeño motor que mueve al mundo y sus personas. El padre de la genialidad, crea y destruye, es la chispa. La pasión. El sentimiento, eso es lo importante. Y todo esto no se aprende y por eso no se olvida jamás. El sentimiento nace espontáneo, te invade, te da fuerzas y ganas de vivir y se puede adquirir y compartir de forma gratuita. Por todo eso yo quiero sentir, con mis oídos, ojos y dedos, con mi boca los sabores y mi nariz los olores. Quiero sentir con mis ojos, con todos mis sentidos, con mi cuerpo y mi alma. Y cuando sea oportuno volveré a sentir con el corazón, cuando éste quiera volver a latir.
Pero bueno, esta es mi humilde manera de ver el mundo. A mí me sirve y quiero que así sea mi historia. Si tú, como es lógico, prefieres tu manera de ver las cosas, me parece perfecto porque es lícito y así debe ser.