martes, 31 de diciembre de 2013

Un último escupitajo

Hoy será un día más, como otro cualquiera. Trascenderá del mismo modo que lo han hecho los distintos martes, miércoles, o domingos que he podido vivir hasta hoy. Me he despertado, he desayunado poco, me he duchado y he procurado ocupar mi tiempo vacío. Ahora comeré y después seguiré procurando ocuparme del indefinido paso del tiempo. Esta noche cenaré, solo, seguramente poco y sencillo, fumaré y me iré a dormir, como si fuera un día más, pues de hecho sigue siéndolo.

martes, 17 de diciembre de 2013

Déjenme

Abrió las sábanas y se recostó a mi lado. Temblaba, como una hoja triste que cuelga los últimos días de otoño cuando sopla la brisa fresca y salada. Antes siquiera de que pudiera empezar a disfrutar de su compañía, se acercó más a mí, encajándose en mi forma y poniendo mi brazo sobre sí. Notaba su espalda delicada robándome el calor y su mano apretando con cariño la mía. Sentía el tacto de su piel sedosa y me preguntaba cómo podía ser tan suave. Su olor me embriagaba. Su cuerpo y el mío poco a poco se iban fundiendo, creando algo difuso pero delicioso. La sentía, sus latidos, su respiración, su cabello invadiendo mi cara, mi brazo entre sus pechos firmes, tersos y delicados.

No podría asegurar si aún seguía durmiendo y todo esto fue tan sólo un sueño, del mismo modo que no puedo asegurar si alguna vez he dejado de soñar desde que algún dichoso día me echara a dormir. Si aquello fuera un sueño, yo soñaba contigo y tú dormías. Yo era el soñador y tú el desinteresado pero feliz sueño que yo no buscaba. Si entonces tú me soñaras, yo sería el sueño y tú la soñadora. Yo sería tú y tú serías yo; ambos seríamos uno, como si el amor nos hubiera abrazado a los dos.
En cualquier caso, no me despierten, por favor. Muchas gracias.

lunes, 28 de octubre de 2013

benditamaldiciónlamía!



Así es, día a día, minuto a minuto.
Así pasan los días, las horas.
Escribo por necesidad, 
por placer. 
Para desahogarme y escapar.

*por cierto, gracias a todo aquel que me cuenta ampliamente su opinión y me critica ferozmente.

domingo, 27 de octubre de 2013

demasiado pensar

Pienso que definitivamente pienso demasiado.
Pienso en cosas que no puedo evitar.
Pienso en cosas que no debería pensar.
Pienso yo en lo que pienso,
porque yo soy lo que soy.
Pienso que lo que pienso es complicadamente desmesurado.
Personalmente pienso que lo tendría que dejar.
Ahora bien, si pienso en dejar de pensar
¿qué podría pensar de mí?
Pienso, eh.

sábado, 26 de octubre de 2013

Dicotomía incruenta

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Poema de 

yo, que soy

Soy tan solo un hombre
de esos que están muertos
- y lo saben-
ajenos de la vida,
que sueñan que están vivos
en cada nuevo despertar.

lunes, 21 de octubre de 2013

lunesporlamañana

Una neblina pegajosa flotaba en el ambiente volviendo estúpidamente inútiles a la mayoría de conductores que, como cada mañana, se amontonan en las entradas y salida de la autopista rumbo a sus respectivos trabajos. 

Pasaban apenas unos minutos de las ocho de la mañana y aún quedaban otros cincuenta minutos para que mi jornada empezara. Un amago de frío otoñal mediterráneo y el sutil fluir de la niebla matutina me llevaban hasta la entrada y mi cuerpo me guiaba automáticamente hacia la cafetería. Hacía ya una hora que había consumido mi primera dosis de cafeína, la primera de unas cuantas, tal vez demasiadas, que consumiría a lo largo del día. Salí a un pasillo exterior, me lié un cigarro y tras fumarlo, otro. El último trago de café ya estaba frío y el sol empezaba a despuntar sobre los edificios. Me remetí la camisa – por quinta vez – con la esperanza de que finalmente quedara bien. Intento vano. Me miré en el reflejo de un cristal opaco. Ahí, tras esa camisa, esos pantalones de vestir y esos zapatos, se suponía que estaba yo… 

El humo se diluía en la niebla mientras mi reflejo me suplicaba clemencia en cuanto a vestimenta. Es lunes por la mañana, el café aun lucha contra el sopor y el cuello de la camisa me aprieta. No me llega bien la sangre al cerebro, supongo.

lunes, 14 de octubre de 2013

*primer día superado!

olor a hierba en mis manos,
duelos de gigantes contra enanos,
hermanos abrazan hermanos,
amigos flotados, muy fumados.
somos soñadores que siempre soñamos
que los buenos al fin mueren
a manos de los malos.

bang, bang!

domingo, 6 de octubre de 2013

microrrelatos

Érase una vez un hombre que un  día encontró una solución a un problema que no tenía. Era una solución fantástica y estaba ansioso por poder resolver sus desdichas con su hallazgo, pero no tenía ninguna dificultad que pudiera ser solventada con su arreglo. Y poco a poco su (no)problema le obsesionó tanto que le consumió. Murió desesperado, con los ojos hinchados, la mirada perdida y la piel tendida sobre su huesuda constitución. Su único problema era no tener problemas que solucionar; su solución una fugaz ilusión de formalizar la paz de la que disfrutaba su vida. 

¿Tantos problemas tienes?

viernes, 20 de septiembre de 2013

sin título

Mía alma lamida,
la mía amada perdida.
Tu alma y la vida,
diván a la deriva.
La alegría, lasciva,
la pérdida de la vida
la vuelta y la ida. 
Sonría.

martes, 10 de septiembre de 2013

El maldito Horacio

El amor es una maldición de todos, pero sobretodo de los que no decidieron amar, pues es sobre ellos sobre los que más pesa las candentes losas de su penitencia. Es aquél que jamás amó a los otros, salvo a sí mismo, queriendo y respetando a los demás sobre el que un día, dicen, cayera el embrujo del amor. Horacio, llamémosle al infortunado aojado, conoce a Ondina, llamémosla a ella, y siente de repente una convulsión en su pecho, una corriente que recorre su espalda de arriba abajo y una obnubilación general. Desde entonces ellos compartieron ese amor que Horacio, candoroso y embelesado sintió temprano como una bendición. Y nada más lejos de la verdad, todo aquel tiempo que disfrutaron de esa dicha que les fue entregada, de la suerte de convivir juntos sus días y sus noches de pasión, para Horacio aquello era lo mejor que le había ocurrido en su vida y no tardó en sentenciar: “Jamás he sido más feliz…”. Y así era. Pero en el fondo de su ser, en un pequeño recoveco de su alma había algo que añadía siempre a su regia sentencia: “… y seguramente jamás llegue a serlo”. Asumía por tanto, sin querer reconocerlo, que había alcanzado una especie de máximo de felicidad que difícilmente podría superar.
Al principio poco le preocupaba, pues Ondina le procuraba todos los placeres que él pudiera imaginar. Sabía que no era la más bella, ni la más lista, pero para él, hasta la mismísima Afrodita debería agachar la cabeza ante la belleza de su amada y la sabia Atenea buscar consejo en sus palabras.

Pasaron así los días y las semanas. Las semanas se amontonaron y tornáronse meses, los cuales se consumieron en años. Dos o tres pasaron hasta que, como suele ocurrir cuando no puedes pensar con claridad, Horacio y Ondina se dieron cuenta de que su amor se marchitaba, pero, tal vez, por miedo a acelerar su proceso, por pereza o cuál quiera que fuera el motivo (o los motivos) todo fue disolviéndose poco a poco y todo aquel amor, aquel compartir y aquella felicidad terminó.

Horacio lloró, maldijo, se enfadó, se apiadó, intentó comprender, pero el amor es un pensamiento del corazón, algo en otro nivel de raciocinio de lo que puede entender nuestro cerebro. Pasados muchos meses, buscadas muchas excusas Horacio, tras mucha batalla contra el más vil y peligroso de todos los pecados, la Pereza, y la desidia consiguió de nuevo recuperar las ganas de vivir y recogió las riendas de una vida que había maltratado y pisoteado a base de alcohol, drogas, sedentarismo e ilusiones y promesas que jamás debió hacerse. Por aquel entonces ya hacía demasiado tiempo de Ondina, ya apenas la veía, apenas sabía de ella. Al principio eso le horrorizaba, pues no sabía que era peor, si el punzante desconocimiento de su vida sin él o conocer verdades que seguramente no estaría preparado para soportar; o peor aún, mentiras que pretendían ser verdad para intentar no herirle. Piedad podrida, un espejo dónde reconocer sus debilidades y miedos. Con mucho esfuerzo consiguió dejarlas pasar y que el tiempo se las llevara mar adentro en el océano de la memoria. Poco a poco se fue despojando de aquello que no le propiciaba ningún bien, ningún beneficio e incluso ningún mal. Casi todo fue capaz de dejarlo ir, pero había algo que se resistía. Algo anclado a su alma y que seguramente solo la muerte lo libraría de ello; pues por mucho que lo intentaba había algo dentro suyo que impedía borrar las huellas de Ondina y su legado. La desazón, incluso el dolor que le propiciaba cualquier recuerdo de Ondina, por fugaz y vago que fuera, le producían un efecto similar al simple hecho de pensar en olvidar por completo a su antigua amada. Comprendió pues que esa era la condena por sus hechos, el precio que debía pagar por toda aquella felicidad gratuita de la cual disfrutó años atrás. Seguramente, en ese contrato no escrito que es el amor había una clausula en letra diminuta que advertía de este coste y que nadie, jamás, leyó. La bendición se convirtió en maleficio, aunque lo más probable, y lo que Horacio piensa, es que siempre lo fuera.

*ni me he molestado en releerlo.

martes, 13 de agosto de 2013

La vi

La vi, como ya pasara otras veces,
alejarse de mi vida.
Sin prisa, poco a poco se perdía.
La vi. Y vi como el tiempo nos ponía,
a nosotros y lo nuestro
en una calle sin salida.
La vi, tras tres besos a escondidas
que sus ojos casi nada me decían.
Soy cobarde sin remedio,
un joven perdido, una cuenta vacía;
un atleta derrotado, un poeta sin amor,
sin dueña, ni versos ni poesías.
Y mi sueño poco a poco
lo olvida el tiempo en este agosto
hasta su último día.

martes, 11 de junio de 2013

Nuestro parque

Hoy he encontrado nuestro parque. Nuestro parque de lujuriosas "entremaliadures", de amor y de kais. Sí, ya sé que dejaste de fumar pero ese es nuestro parque. Lo he visto y lo he sabido al instante. Nuestro parque de noches olvidadas, inolvidables. Como si fuéramos veinteañeros primerizos, tu corazón y el mío siguen ahí, perdidos entre parques, olvidados pero enamoradizos, sinceros, besándose y queriéndose. Hoy he encontrado un parque aquí, al lado de "casa", con todo lo que eso conlleva. Un parque de junio florecido, sin el bochorno de nuestra bienquerida Barcelona, cómo cuando nos queríamos sin importar ni el cómo ni el qué. Un parque de verde, de simplemente ser y estar, de verlas pasar; como me gustaba eso, y como me gustas tú. He encontrado nuestro parque en Viena y sé que nunca lo podremos disfrutar. Borracho y medio-niño, siempre digo la verdad.

lunes, 13 de mayo de 2013

#161


- M'ha vingut al cap una historia: Va d'un home que es fa mal a una cama durant una cacera. És al bell mig d'una sabana sense cap lloc on anar; la cama se li comença a engangrenar i la mort el ronda. Finalment arriba un avió de rescat i des de dalt contempla el paisatge borrós que gradualment s'allunya dels seus ulls. Veu el cim cobert de neu, resplendent, de la muntanya. La muntanya es diu... tant n'és, ara no me'n recordo. El cas es que l'home pensa: "És allà on vull anar".

- I què?

- És una història que no suporto. L'home és presoner del seu passat. És com si busqués amb tota l'ànima la prova de que és viu. Abandona. Quan ens vam conèixer em vas dir que eres un home que ja s'havia mort una vegada; no hi tornis ara.

- Va ser per una dona. Em va agradar, podria haver estat la dona de la meva vida, la meva altra meitat. El que sempre he buscat.

lunes, 6 de mayo de 2013

Tot just fa un any


Avui fa tot just un any que un noi que coneixia va morir. Per aquest motiu, aquest matí després de llevar-me he encès el cigar de l’esmorzar i he preparat un maldestre pastís (si es que allò podia anomenar-se pastís) en una tassa per celebrar aquest dia. Pensava que tenia alguna espelma i m’he posat a buscar entre tota la merda i caos de la meva habitació. No he trobat res, com era d’esperar i ha estat aquest un d’aquells moments en que trobes a faltar a la teva mare i la seva extraordinària capacitat de trobar quelcom. El cas es que m’ha decebut força no poder trobar allò que buscava. Quina mena de pastís era aquell si no tenia cap espelma que bufar?
Acabant-me el tercer cigar del matí i quan ja pensava en llençar la tassa a les escombraries he vist a un racó de la taula una caixeta de llumins. He somrigut, n’he agafat un i l’he clavat al bell mig de la tassa. Ja tenia la meva espelma. Només en necessitava una; només fa un any que havia mort. I de pas, només fa un any que vaig tornar a néixer.
Avui es un dia especial per molts motius, més que els que he anomenat. Quan acabi tota la feina que tinc per avui i sigui ben entrada la nit encendré el llumí, demanaré un desig i brindaré amb whisky per mi mateix i per qui va morir. Jo només sóc un nen perdut d’un sol any de vida i un diari de records massa feixucs que m’empeny d’una banda a una altra. Pot ser que per això encara se m’escapin tantes coses...

miércoles, 1 de mayo de 2013

malos días


Frente al espejo que tengo colgado en una puerta que lleva a ningún lugar, sucio y picado, con un borde dorado y más estrecho en la parte inferior, me miro pero apenas reconozco mi reflejo. ¿Quién es ese? Debería ser yo, pero no me recordaba así. ¿En esto me he convertido? Desde el otro lado del espejo me mira un tipo con rostro serio, con sus ojos apuntándome, pero con la vista en otro lugar. Estoy seguro que apenas me ve. Sus ojos son dos círculos marrones, pardos, envueltos por un anillo negro como la noche sobre una mezcla de blanco sucio de finos surcos rojizos. Más allá de ellos nada, no consigo descifrarlos. No soy capaz de ver más allá de mis propios ojos. 
Pestañeo, disfruto y mantengo ese medio segundo de oscuridad. 

Me siento en el sofá rojo de la sábana verde a fumar y mi barriga se asoma, desafiante, estandarte de mis vergüenzas secretas. Pienso, incluso con un ápice de paternidad en cuánto ha crecido, como si de un hijo se tratara, como si fuera algo bueno. Enciendo el cigarro y mi estómago tiembla; una especie de escalofrío recorre todo mi cuerpo y una sensación de flaqueza me invade. Cierro los ojos y soy capaz de notar como muero poco a poco, pero más rápido de lo que debería. A parte del propio tiempo, del bourbon, del tabaco negro, del verde y del marrón y otros castigos que me aplico, hay algo más. Me consumo poco a poco, soy el cigarro en el cenicero que yo mismo he olvidado. Inhalo el humo y lo suelto. Me siento sucio y mirando a mi alrededor, es lo más normal. Inspecciono mi piel, paliducha, salpicada por infinidad de pecas y lunares, pero sobretodo blancuzca, como sin ganas de vida. Siempre ha sido así. A veces movida por la extraordinaria fuerza de un chico que la solía vestir, empujada por la propia voluntad, por el amor, los sueños y todo ese tipo de cosas. Ahora vagando a la deriva, casi sin inercia ya: blancuzca, como sin ganas de vida. 

Afuera el cielo es azul, claro pero manchado; el tranvía pasa y suenan saxofones por los altavoces. A todas horas las preocupaciones se me amontonan, me comen recuerdos frescos de estos últimos años, incluso algunos en los que casi nunca había pensado. Mi primer profesor de matemáticas, el niño con el que me pegué cuando tenía siete años; muchos momentos de cuando todo era más sencillo, momentos de amor y momentos de pena. Me duelen las rodillas, la espalda. Tengo el estómago vacío, la boca pastosa y las ganas cansadas. Miro por la ventana el cielo azul. Un pájaro vuela y se detiene en un tejado. Cierro los ojos e inspiro. No veo dónde quiero estar, simplemente porque no lo recuerdo, pero sé dónde es. Sueño despierto, me besas y expiro el aire. Y por un minuto me siento en paz.
Demasiados meses ya viviendo a destiempo...

domingo, 31 de marzo de 2013

A veces es ahora


A veces pensaba y cuando más te pensaba más te quería. A veces te quería y cuanto más cerca te tenía como que más te quería. Porque tenía tus ojos, tenía tus labios y los besaba. A veces pensaba y por pensar pensaba que me querías. Y entonces todo era muy bonito, muy dulce. A veces me querías y por quererme pensaba que no. Vi que te alejabas, que estabas distante y perdí mi mirada. A veces amaba y por amar amé lo que era bello. A veces, y solo muy pocas veces, pensaba que no estaba loco.
Ahora pienso y solo por pensarlo sé que estoy loco. Ahora miro a mí alrededor y no veo nada; no te veo. Ahora me pica es la barba y me duele la espalda y no aquellas ganas de buscar tu amor. Ahora ya no me dibujo alas para acortar distancias, ni me invento imperios para ti y para mí; A veces pensaba y creía y amaba y te esperaba. A veces hacía. Te fuiste y me fui, pero eso ya lo hemos hablado; ya no importa. Ahora ya no pienso; ahora ya no busco. Ahora soy y no sé lo que quiero.
¿Y ahora, qué?

november2007

sábado, 30 de marzo de 2013

One year

One year ago
I was sad and old.
One year before
there was only love.
One year ago,
the same as before.
Now the man is alone,
then he smiled a lot.


Ya me atrevo hasta con el inglés. ¡Que tiemble el alemán...!

viernes, 29 de marzo de 2013

La maldición del perdido

Quien alguna vez hubo querido
sabrá, sin lugar a dudas
de la dulzura y la amargura
de tener lo que ha tenido.

Es del caminante sin camino,
del príncipe sin princesa,
del que lucha y nunca cesa,
la maldición del perdido.

No soy ni rey ni mendigo;
como todos, esclavo del dinero,
de este lugar, pasajero,
y del tiempo un enemigo.

He de luchar por lo querido,
olvidar lo ya olvidado,
madurar, convertirme en soldado
sin temor a ser herido.

La maldición del perdido
me recuerda mi futuro,
un presente incierto y duro;
un capricho del destino.

Me enfrentaré al jardín prohibido
y tu serás mi flor.
Disfrutaremos del amor
sobre un vergel fresco y florecido.

Me cobraré lo prometido.
Seré pirata, ladrón o guerrero,
removeré el mundo entero
y venceré o seré vencido.

La maldición del perdido:
mi redención y mi condena,
mi libertad y mi cadena.
La maldición del perdido.

No llores mi reina, que nunca supe nada con mayor certeza.

miércoles, 13 de marzo de 2013

sueñas y despiertas


Aparecí ahí, como siempre sin saber como. Encontré a un anciano que yacía moribundo. Me acerqué y pude ver como la muerte ya le susurraba al oído. Sin embargo la serenidad que desprendía su rostro me hizo pensar lo contrario por un momento. Seguí acercándome y el anciano me miró, abrió la boca y con un trémulo y débil hilo de voz me dijo:

- Me voy hijo.
- ¿Y no le apena morir?
- ¿Porqué? - A cada palabra que decía parecía agotársele más y más la vida - Ha sido un fantástico sueño de 87 años, y no hay nada mejor ni más bonito que soñar. Creo que ya es hora de que me despierte...

Dicho esto la muerte se lo llevó. 

Aparecí en mi cama, en la oscuridad de la noche, con el colchón prácticamente deshinchado. La desdicha se cierne, como siempre, cada mañana, cuando uno se despierta. ¿Despertar?

sábado, 9 de febrero de 2013

Ebrio de recuerdos

Echo de menos, por supuesto, mi costera Castelldefels, pero también la Barcelona que ella me descubrió: sus calles, sus parques y rincones secretos. La paz que viví en ese cielo es el castigo que hoy me maldice en el infierno de mi vida. Soy la ceniza de un cigarro que ella fumó, olvidada un cenicero, como se olvidaron los primeros besos que a escondidas nos sonrojaban. Ni el tiempo ni el espacio son los que mi corazón desea y solo mis hermanos apaciguan las llamas de mi condena. Soy el falso reflejo de algo que ni siquiera quiero ser; un chico de bebida fácil y difíciles ideas. Soy humo que se escapa, los segundos de felicidad de una vida que se agota.

miércoles, 30 de enero de 2013

Pequeñas memorias de la tierra que me amó


Muchos días han pasado desde la última vez que pisara yo esas tierras; tantos que más que una cifra exacta o aproximada es tan solo un largo y vago periodo de tiempo indefinido en mi cabeza.

Aprendí con el tiempo que el exilio es una horrenda prohibición; la obligación de tomar cualquier otro camino que el que tú deseas. Y es que, aún hoy, tras haber visitado otras tierras, algunas hermosas como ángeles, otras vastas como la propia imaginación o simplemente lugares de paso, no he encontrado ninguna que me haga querer formar parte de ella. Soy un hombre sin patria, un soldado sin ejercito, un viajero que escapa buscando un lugar. Joven turista del tiempo cansado ya de la vida.

Todavía recuerdo cuando mi patria me quería, esas tierras para mí tan extensas pero que realmente no abarcaban más que la piel de una princesa. Nunca las creí de mi propiedad pero sé que me pertenecían de algún modo más allá de lo material. Recuerdo con nostalgia sus soleados días y cálidas noches, su dulce y fiera naturaleza. Yo la amaba y ella me cuidaba. Era casi perfecto. Pero un día vinieron las tormentas, la lluvia y los relámpagos. El cielo se oscureció, el verde ya no era verde. Esa tierra ya no me amaba y sopaban vientos huracanados; los cielos lloraron hasta inundarlo todo de pena y el fuego se apagó. El mensaje era claro: ya no podía permanecer más allí.

Me fui o esa tierra me desterró, lo cual es lo mismo. Ahora escribo estas cosas mientras extrañamente el sol brilla con tonos leves en el cielo de mi ya bienquerida Viena. El viento sopla y el humo se va por el camino. 
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

lunes, 28 de enero de 2013

Perder la vida viviendo

Me deshago. Mi piel blanca se derrite, se oscurece y torna en tinta negra. Poco a poco mi vida se escurre y yo, por fin, muero. No espero que nadie llore, y si es así no lo hagáis. Del tintero en el que me sé preso renaceré convertido en poesía, o prosa; y cuando alguien se emocione leyéndome (si acaso ocurre) será mi piel la que roce su piel, mi voz la que susurre su oído y mi alma la que abrace a la suya. Las obligaciones vacías que requiere el mundo para poder sobrevivir hoy en día (el dinero, el estatus social y demás tonterías) degüellan mi alma.
Hágase tu voluntad y trae la paz a mi espíritu.

sábado, 5 de enero de 2013

deseos en círculo

Desquiciado como el que más, cuando no me salen las cosas bien con los ordenadores y con todo el día sin  fumar, rebuscaba yo entre la inmundicia de mi habitación original unos CDs que me eran extremadamente importantes pero no recordaba dónde los guardé. Durante esa búsqueda tuve la dicha de encontrar un pequeño tesoro que creía olvidado, una serie de regalos que me fueron entregados y que, tonto de mí, no supe aprovechar...

1.un beso muy dulce y sabrosón.
2.unos calzoncillos muy sexys para noches especiales y picantes.
3.una tarde de risas y muchas chuches.
4.un bolígrafo rojo, otro azul y otro negro (para tomar buenos apuntes).
5.una tarde de birras y fútbol.
6.una cena barata pero romántica.
7.un pecado: una noche dulce, con masaje y el resto está por ver...
8.una noche de cine: con entrada, palomitas y bebida.
9.un "deseo" a tu antojo.
10.una funda nueva para tu portátil.

La felicidad abrazó mi alma y, de pronto, los problemas parecieron tan minúsculos que casi casi se solucionaron por si mismos...

viernes, 4 de enero de 2013

Sin título

Escribo historias en jarrones chinos de porcelana
De amores efímeros que para mí no son nada,
cuentos de princesas que no cuentan con hada.
Historias de humo que se escapa por la ventana.
Pero mi favorita tengo yo entre todas ellas
escrita en el cielo junto al resto de estrellas:
Es la historia de un príncipe que no lloraba
a pesar de saber que no podía tener su amada.
Es la historia de una princesa enamorada
de un príncipe que su amor prohibido le entregaba.
Estas son historias que sólo entienden los poetas,
historias que guardo como tesoros en mis libretas.