sábado, 9 de febrero de 2013

Ebrio de recuerdos

Echo de menos, por supuesto, mi costera Castelldefels, pero también la Barcelona que ella me descubrió: sus calles, sus parques y rincones secretos. La paz que viví en ese cielo es el castigo que hoy me maldice en el infierno de mi vida. Soy la ceniza de un cigarro que ella fumó, olvidada un cenicero, como se olvidaron los primeros besos que a escondidas nos sonrojaban. Ni el tiempo ni el espacio son los que mi corazón desea y solo mis hermanos apaciguan las llamas de mi condena. Soy el falso reflejo de algo que ni siquiera quiero ser; un chico de bebida fácil y difíciles ideas. Soy humo que se escapa, los segundos de felicidad de una vida que se agota.