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domingo, 26 de abril de 2015

el camino

Viajé tan al oeste que creía que la vida se me agotaría antes de llegar al final. Cuanto más andaba, más parecía alejarse mi incierto destino. Caminé hasta que mi cuerpo se agotó, mi mente empezó a desfallecer y mi espíritu se agotaba. 
Así fue como, fatigado, con las botas hechas jirones y la voluntad quebrada, llegué finalmente a un riachuelo que corría por las faldas de unas brumosas montañas. Me detuve, con gran sosiego, en la orilla de aquel riachuelo de agua límpida y fresca. Me deshice de lo que quedaba de calzado en mis pies y hundí éstos en el agua elemental que corría. Sentí de pronto un gran placer en el alma y alegría en el corazón. 
Ya reposado me dejé caer sobre la hierba, que era tan verde que parecía que el húmedo y frío olor que se apropiaba de mi nariz provenía del mismo color más que de la propia  hierba. Una niebla señorial cubría las montañas solemnes que se alzaban sobre mi cabeza. El cielo se despejó rápidamente, como si una brisa secreta se hubiera llevado las nubes para mi caprichosa contemplación. Disfruté entonces de la infinidad de estrellas que la noche me ofrecía y me dormí.
Amanecí al día siguiente reconfortado de mis dolencias, aliviado de mis pesares; revitalizado. Sostuve aquel momento durante un largo instante, me alcé y retomé mi viaje. Sólo cuando encontré y llegué dónde me dirigía entendí que fue entonces el propio camino, y no mi sola voluntad, quién me permitió recorrerlo.

jueves, 8 de enero de 2015

todos

Silencioso llega el ocaso, como notas traídas de un pasado ya olvidado. En la primitiva cúpula reverberan ya las estrellas elementales que lloran y esperan a los creadores de belleza. ¿Dónde fueron los poetas? ¿Dónde cayó derramada toda esa esencia tras un incierto punto de ruptura? El viento silba y mece los árboles fecundos a su paso. Las hojas caen y me traen consigo una revelación y una pregunta. ¡Cuánto saber inútil y qué constituyente! 

Camino, me abro paso en un mundo lleno de vacío, repleto de mercancías deseosas de ser intercambiadas. Me ignoran porque sólo soy un hombre que se piensa. El silencio es atronador, casi perverso, pero me siento aliviado cuando, de entre esa masa incierta, aparece un “loco” que grita, con la mirada perdida: “¡BUSCO A DIOS! ¡BUSCO A DIOS!”. Frente a mí se detiene y hunde sus ojos en mis ojos. De debajo del frondoso y enmarañado bigote me susurra estas palabras: “¿Dónde está Dios? ¿Dónde está? Yo te lo voy a decir: lo hemos matado. Tú, y yo, y todos los demás; todos somos sus asesinos. ¿Pero, cómo? ¿Cómo pudimos hacerlo?” Se lleva el dedo índice a la boca sugiriéndome no hablar y termina: “Este suceso enorme está tan solo en camino, y tan solo ha llegado a los oídos de unos pocos hombres. Sin embargo, nosotros, todos nosotros lo hemos cometido…”.

Todos.


Feliz año nuevo.

viernes, 29 de agosto de 2014

#290814

[...] Este tipo de gestos instintivos me asaltan diariamente. ¿Falta de amor? ¿Falta de sexo? No lo dudo. Renegué en cierta medida de los demás, por ser como soy y por sentirme como me siento, y para todo en esta vida se debe pagar un precio.
Siento dentro de mí, como Harry, al lobo que me acecha. Tal vez es demasiado presuntuoso por mi parte, pero así lo percibo y así me lo parece. Esa alma feroz y animal me acecha, cada vez más y se cierne, poco a poco, sobre mí, saboreando el inminente bocado, esperando el momento preciso para devorarme. No la siento ajena a mí, aunque sí distinta; la comprendo como parte de mi propia naturaleza y parte de mi propia alma indivisible. ¿Es acaso posible que algo indivisible esté formado por varias partes? Lógicamente no, sensiblemente sí que me lo parece. […] La idea de la simplicidad del alma me abruma, ilógica y racional, dulce absurdo. Sea cual fuere de las tres – o infinitas- partes (partes de mi alma), me es imposible definirme en una sin la presencia de cualquier otra, si no acaso de todas las demás.
Yo soy, reafirmo mi existencia por el lobo, y el lobo es por mí. Sin mí, el lobo moriría de hambre y por eso me quiere y para eso yo soy, tanto que el lobo es por algún oscuro deseo mío que no acierto a resolver. Es más que una idea. Si el lobo fuera una idea mía, él no sería lobo, sería yo, y yo no sería entonces. Nace y prevalece, al igual que yo, al igual que todos de la necesidad, y la necesidad del deseo.
Me abrumo yo solo en los días largos de Julio. El lobo aúlla y yo siento necesidad por lo físico.


22 de Julio.

miércoles, 23 de julio de 2014

#230714

Yo vivo porque
una vida me fue dada,
una vida rota,
deshecha y despreocupada.
Desconozco los motivos
que me arrastran
a profundas aguas
de corrientes saladas.
Suave, una brisa fresca
me acaricia la cara,
mece la vida
de las verdes ramas
mientras la vida pasa,
pesada,
sobre mis hombros,
cortándome las alas.
En un cielo oleado
los peces nadan
y las espuma refleja
dulces luces estrelladas.
¡Qué sosiego,
qué paz encontrada!
Me aventuro a pensar
que ése es el motivo
por el que esta vida
me fue obsequiada.
Gracias al sol naranja
por un poco de luz dorada;
gracias a las voces
que me narran mis palabras;
gracias por sentir
ligera y fresca mi alma,
liberada de esa sensación amarga:
saber que existo
me pesa más que nada.
Abandonado a la dicha
de este cielo malva,
la brisa, los pinos
oscuros y la playa.
Cae la noche
negra y anunciada,
me despide, como la luz
del día. Me ama.

viernes, 3 de enero de 2014

fragmentos#1

Siempre te quise,
más cerca o más lejos,
hacia uno u otro lado.
Sopla las velas,
pide un deseo
y lanza el dado.
Ese siempre te quise
es un aún te quiero
que me ha condenado.

domingo, 27 de octubre de 2013

demasiado pensar

Pienso que definitivamente pienso demasiado.
Pienso en cosas que no puedo evitar.
Pienso en cosas que no debería pensar.
Pienso yo en lo que pienso,
porque yo soy lo que soy.
Pienso que lo que pienso es complicadamente desmesurado.
Personalmente pienso que lo tendría que dejar.
Ahora bien, si pienso en dejar de pensar
¿qué podría pensar de mí?
Pienso, eh.