miércoles, 30 de enero de 2013

Pequeñas memorias de la tierra que me amó


Muchos días han pasado desde la última vez que pisara yo esas tierras; tantos que más que una cifra exacta o aproximada es tan solo un largo y vago periodo de tiempo indefinido en mi cabeza.

Aprendí con el tiempo que el exilio es una horrenda prohibición; la obligación de tomar cualquier otro camino que el que tú deseas. Y es que, aún hoy, tras haber visitado otras tierras, algunas hermosas como ángeles, otras vastas como la propia imaginación o simplemente lugares de paso, no he encontrado ninguna que me haga querer formar parte de ella. Soy un hombre sin patria, un soldado sin ejercito, un viajero que escapa buscando un lugar. Joven turista del tiempo cansado ya de la vida.

Todavía recuerdo cuando mi patria me quería, esas tierras para mí tan extensas pero que realmente no abarcaban más que la piel de una princesa. Nunca las creí de mi propiedad pero sé que me pertenecían de algún modo más allá de lo material. Recuerdo con nostalgia sus soleados días y cálidas noches, su dulce y fiera naturaleza. Yo la amaba y ella me cuidaba. Era casi perfecto. Pero un día vinieron las tormentas, la lluvia y los relámpagos. El cielo se oscureció, el verde ya no era verde. Esa tierra ya no me amaba y sopaban vientos huracanados; los cielos lloraron hasta inundarlo todo de pena y el fuego se apagó. El mensaje era claro: ya no podía permanecer más allí.

Me fui o esa tierra me desterró, lo cual es lo mismo. Ahora escribo estas cosas mientras extrañamente el sol brilla con tonos leves en el cielo de mi ya bienquerida Viena. El viento sopla y el humo se va por el camino. 
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

lunes, 28 de enero de 2013

Perder la vida viviendo

Me deshago. Mi piel blanca se derrite, se oscurece y torna en tinta negra. Poco a poco mi vida se escurre y yo, por fin, muero. No espero que nadie llore, y si es así no lo hagáis. Del tintero en el que me sé preso renaceré convertido en poesía, o prosa; y cuando alguien se emocione leyéndome (si acaso ocurre) será mi piel la que roce su piel, mi voz la que susurre su oído y mi alma la que abrace a la suya. Las obligaciones vacías que requiere el mundo para poder sobrevivir hoy en día (el dinero, el estatus social y demás tonterías) degüellan mi alma.
Hágase tu voluntad y trae la paz a mi espíritu.

sábado, 5 de enero de 2013

deseos en círculo

Desquiciado como el que más, cuando no me salen las cosas bien con los ordenadores y con todo el día sin  fumar, rebuscaba yo entre la inmundicia de mi habitación original unos CDs que me eran extremadamente importantes pero no recordaba dónde los guardé. Durante esa búsqueda tuve la dicha de encontrar un pequeño tesoro que creía olvidado, una serie de regalos que me fueron entregados y que, tonto de mí, no supe aprovechar...

1.un beso muy dulce y sabrosón.
2.unos calzoncillos muy sexys para noches especiales y picantes.
3.una tarde de risas y muchas chuches.
4.un bolígrafo rojo, otro azul y otro negro (para tomar buenos apuntes).
5.una tarde de birras y fútbol.
6.una cena barata pero romántica.
7.un pecado: una noche dulce, con masaje y el resto está por ver...
8.una noche de cine: con entrada, palomitas y bebida.
9.un "deseo" a tu antojo.
10.una funda nueva para tu portátil.

La felicidad abrazó mi alma y, de pronto, los problemas parecieron tan minúsculos que casi casi se solucionaron por si mismos...

viernes, 4 de enero de 2013

Sin título

Escribo historias en jarrones chinos de porcelana
De amores efímeros que para mí no son nada,
cuentos de princesas que no cuentan con hada.
Historias de humo que se escapa por la ventana.
Pero mi favorita tengo yo entre todas ellas
escrita en el cielo junto al resto de estrellas:
Es la historia de un príncipe que no lloraba
a pesar de saber que no podía tener su amada.
Es la historia de una princesa enamorada
de un príncipe que su amor prohibido le entregaba.
Estas son historias que sólo entienden los poetas,
historias que guardo como tesoros en mis libretas.