sábado, 21 de marzo de 2015

lorquiano

Caerá el argento del cielo
y todos sus diamantes destellantes,
Caerá el fuego áureo
y la pomposa seda.
Caerán los filósofos de mi vida
y la tragedia, el absurdo,
y las mujeres queridas;
cuando la gente exaltada
grite o llore, ¡qué más da!,
por esas mentiras prometidas.
Caerá el amor algún día,
cesarán las luces, los duendes,
las musas y los ángeles.
Cuando el viento más fuerte sople
caerán las frutas tardías,
tan dulces, tan bonitas,
que harán de esta alma vacía
un tumulto de versos, de besos;
un vergel de flores que crece
a la sombra de un árbol
en la calle de mi más querido maestro,
nacido y muerto en un lugar
de la hermosa Andalucía.
A la humilde memoria de una tarde fría y lluviosa y un libro de Lorca.