Mostrando entradas con la etiqueta #delirio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #delirio. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de mayo de 2014

combustiones al final de una noche

Esto no es más que una noche de sábado cualquiera materializada en un papel, un engendro, un experimento. Un sinsentido, vaya.

Finalmente, en el borde de la carne
bebía la fresca leche
directamente, en cualquier tugurio sucio,
con un maestro de la muerte
que no existiera o existió jamás.
Pronto pierdo el único motivo
que hoy mueve el mundo: es ése mi emoción.
Hoy te abres ante mí,
lasciva en tu milagro
para guiarme en mi camino.
Ahora que soy capaz de todo
me siento quimera, y para mí
eso es lo único que cuenta.
Incluso el cielo grande y azul
que sus cosas me ha enseñado
me persigue siempre hasta la derrota
para que en el tiempo venidero
cambie yo a la muerte.
Pregunto antes de volver envuelto,
sobre ese mitificado regalo,
ese legado una vez sin dueño.
Voy purgando mi nombre,
porque de verte mis sueños terminan,
cuando debería estar yo
y, sin embargo, solo estás tú.
El tiempo transcurre en mi paladar,
dónde encuentro los sabores del mundo.
Yo ya no tengo ninguna importancia;
solo soy una cáscara rugosa y vieja.

lunes, 14 de octubre de 2013

*primer día superado!

olor a hierba en mis manos,
duelos de gigantes contra enanos,
hermanos abrazan hermanos,
amigos flotados, muy fumados.
somos soñadores que siempre soñamos
que los buenos al fin mueren
a manos de los malos.

bang, bang!

jueves, 15 de noviembre de 2012

limbo


¿Habrían pasado semanas, meses, tal vez años? Quizás tan solo unas pocas horas, incluso minutos. Flotando en medio de la nada, del vacío más absoluto se pierde toda noción. El tiempo y el espacio hacen filigranas y dejan de ser perceptibles. La razón y la experiencia se vuelven inútiles para poder entender todo lo que ocurre. ¿Cuánto hace que no como? ¿Y que no duermo? En este sitio eres como una vela recién encendida: sabes que llegará un momento en el que te consumirás, lenta pero infatigablemente, hasta la muerte. Ardes y ardes, sabedor de tu destino y esperas el fatídico momento. Pero llega un momento en que empiezas a entender que, en ese sitio en el que te encuentras, ese momento no llegará jamás y poco a poco vas viendo las cosas de otro modo. ¿Debería desear que el fuego me consuma de una vez por todas, mi propia muerte? En el limbo no existen ni el tiempo ni el espacio y, cuando nada se tiene, hasta el más cuerdo se abraza a la locura…
Cierro los ojos y me dejo llevar como el río que fluye entre los sauces. La batalla está perdida y yo soy un soldado sin ejército.

viernes, 9 de noviembre de 2012

pinchazos en mi cabeza


Un pinchazo en la cabeza, una aguja invisible que se introduce por la parte trasera de mi cráneo y me taladra el cerebro. Lobotomía. No sabría explicar el porqué de esta dolencia, pero creo (o al menos quiero creerlo) que, como muchas otras veces, mi cuerpo ha detectado que estoy llegado a una situación límite, cerca de rebasar el punto de no retorno y solo intenta eliminar una tortuosa parte de bonitos recuerdos. Vida y Muerte, dos hermosas hermanas, dos flores rojas con espinas, tan delicadas como fieras y salvajes. La enfermiza animadversión que le tengo a la vida tan solo es comparable al miedo que le tengo a la muerte. Tan solo quiero ahogarme en un mar de whisky, pudrir mis pulmones con el humo, mutilación del espíritu, caos: autodestrucción. Quiero morir cada noche en un tumulto de dolor, emborracharme del llanto de sentimientos rotos y sentir mi alma desgarrarse; hacerme jirones de pena, mil heridas que sangran. Quiero morir como hombre, caer en el pozo del olvido, descansar y perderme en la oscuridad de tu pelo bajo la mirada de la luna para poder renacer de nuevo con cada amanecer. Pequeño, indefenso pero invulnerable. Sentirme de nuevo en la cálida matriz de una mujer y gestar, madurar, convertirme en una idea volátil, difusa, poco concreta pero firme.
Morir cada noche para renacer por la mañana. Vivir mil vidas en esta carcasa en descomposición con la esperanza de aprender a interpretar mi papel en el gran teatro de la vida. Quiero sentir la libertad de la muerte para disfrutar del júbilo de simplemente existir y saborear las delicias de la belleza.

Y cuando finalmente el dolor me da un respiro me queda la mente, la locura. Pero eso ya es otra historia…

miércoles, 5 de septiembre de 2012

colores


Blanco. Sereno y tranquilo, un pequeño orbe de paz que gira y gira salpicando creatividad. En un momento mi mente se pone en marcha y me abstraigo del mundo para presenciar el divino espectáculo de vida y de muerte, de creación y destrucción que tiene lugar en mi cabeza. Es tal ese frenesí que, en mi Soberbia interior, siento que me elevo tanto que llego hasta ver a dios por debajo del hombro. Floto en ese mar de ideas, en ese lugar donde mil historias se tejen al instante frente a mis ojos. Cabalgo por los vastos prados de la imaginación en aras de la catarsis, en aras de un ápice de paz.

Rojo. Pero de pronto siento que me invade el pecho algo que no sabría explicar, una presión interior que sube mi ritmo cardíaco, que me hace respirar más fuerte y que nubla mi mente. Siento que en mis venas hierve ácido y que en mi cabeza se detiene todo ese frenesí de creación. Siento la Ira visitándome. Todo se tiñe de rojo y llega el caos. El fuego está por todas partes y los demonios que siempre creo haber vencido, vuelven y me rasgan las entrañas. Me hundo en  un mar de azufre, cada vez más y más.

Verde. Cuando recupero mi “consciencia interior” aparezco, como siempre, abatido sobre un campo de fresco verde, rodeado de cenizas. Ese campo verde de desolación, lleno de cráteres de mis anteriores caídas de la vida, de esperanza machacada, mi recoveco. El viento revolotea y mece la hierba antes de llegar hasta mí como un soplo fresco de alivio para mis delirios. Permanezco tumbado a la vera de la Pereza, mirando al firmamento y rogando a los dioses con sordas plegarias que el velero de mi vida llegue, por fin, a buen puerto.

Negro. Por la mañana despierto con los músculos engarrotados, el estómago girado y la boca seca, con la lengua pegada al paladar. La cabeza me va a estallar y solo el humo y la penitencia silenciosa calman ese instinto asesino que despierta en mí esa desgraciada imagen que me devuelve el espejo. Cuando enciendo el cigarro y trago el humo noto como éste baja por mi tráquea y se expande violento, como una estampida en mis pulmones; es entonces cuando noto que falta algo. No tengo ningún cáncer que me mata lentamente, ni soy huésped de parásitos que me devoran pero esta noche hay algo en mí que ha muerto. Un mordisco de la cruda realidad que me era necesario. Palabras, palabras vacías que ya me conozco y se las lleva el viento.

¡Extraña y desconocida tú seas y muera para siempre quien alguna vez creyérase poeta! 

viernes, 27 de julio de 2012

buenosDÍAS

En medio de un subidón de veneno andaba yo pensando a solas cuando amanecía. De pronto me vi precipitado a un torrente desbocado de recuerdos y memorias, tanto antiguas como recientes y me perdí durante horas. Cuando pasa eso siento al principio la más agradable calidez, pero pronto un frío hueco me abraza y me estremece. Y realmente no sé como me siento, o como se supone que debería sentirme. Es un momento que se hace cada vez más extraño; pero siempre me pregunto lo mismo: ¿Qué hice yo? Y de pronto siento como otro día se pierde.

sábado, 30 de junio de 2012

pesadillas


Sol las 4:23 de la madrugada, entre un viernes y un sábado. Sorprendentemente la temperatura es agradable y no asfixia pero no para mí. Me despierto en mi cama, empapado en sudor, con la boca seca y las encías hinchadas de apretar tanto la mandíbula. Tembloroso; me noto el pulso acelerado en las sienes. Angustia. Llevo cerca de cinco horas durmiendo pero me desvelo y estoy agotado. Mis piernas y mis brazos están entumecidos y respiro, rápido y entrecortado, como si me faltara el aire. Agonía. ¿Por qué aún me buscas, o te busco, cuando duermo, débil y vulnerable? Me incorporo y bebo agua y salgo fuera, al balcón, a ver la noche para que me dé el aire. Cierro los ojos y todavía puedo ver imágenes y secuencias nítidas de mis pesadillas que rápido se disuelven, pero su esencia aún queda en el recuerdo. Te he visto, tan clara y real que juraría que no ha sido una simple pesadilla. Te he visto y te he tocado, lo juro; te he sentido tan cerca que incluso he oído a mi mundo estremecerse. Son ya cuatro noches que yo cuento con los dedos. Son ya demasiados días en los que ya no le temo al fuego, pero sí a las cenizas. Pesadillas. Insomnio.

"Ejercer el olvido por voluntad es imposible".

lunes, 18 de junio de 2012

p

Pensé que lo que se piensa
solo pesa como cansancio en las piernas.
Pensé que jamás pensaría así
pero pasa que estoy pensando en ti.
Por pensar pasé
por el paso del pesar
pasando de puntillas
por pasadas pesadillas.

jueves, 7 de junio de 2012

sinTÍTULO#3

Sientes esa agonía en el pecho que te oprime; no sabes qué es pero lo notas rígido y tenso como un corsé que no te deja respirar. Quieres deshacerte de esa sensación y por eso escribes, pero son cosas feas y tristes, letras que te anestesian momentáneamente pero no son suficiente. Te entiendo.
Quieres ir lejos, correr hasta notar tus piernas temblorosas por la fatiga, pero sólo te ponen barreras. Quieres desaparecer, cerrar los ojos y al abrirlos encontrarte bien lejos. Ven conmigo, coge mi mano y jamás querrás volver a huir. Ven conmigo y correré a tu lado y romperé todas esas cadenas que no te dejan marchar. ¿Quieres volar? Ven y te daré alas y surcaremos los cielos de nuevos mundos y te llevaré hasta sus confines. Ven conmigo y yaceremos juntos, prácticamente libres, solamente esclavos del placer. No te prometo oro, ni te pido amor; tampoco puedo dártelo. Tan sólo quiero sonreír contigo y beber de la miel de tus ojos. 
Yo no sé quién eres pero te quiero conmigo. ¿Sabes tú quién soy?