martes, 31 de diciembre de 2013

Un último escupitajo

Hoy será un día más, como otro cualquiera. Trascenderá del mismo modo que lo han hecho los distintos martes, miércoles, o domingos que he podido vivir hasta hoy. Me he despertado, he desayunado poco, me he duchado y he procurado ocupar mi tiempo vacío. Ahora comeré y después seguiré procurando ocuparme del indefinido paso del tiempo. Esta noche cenaré, solo, seguramente poco y sencillo, fumaré y me iré a dormir, como si fuera un día más, pues de hecho sigue siéndolo.

martes, 17 de diciembre de 2013

Déjenme

Abrió las sábanas y se recostó a mi lado. Temblaba, como una hoja triste que cuelga los últimos días de otoño cuando sopla la brisa fresca y salada. Antes siquiera de que pudiera empezar a disfrutar de su compañía, se acercó más a mí, encajándose en mi forma y poniendo mi brazo sobre sí. Notaba su espalda delicada robándome el calor y su mano apretando con cariño la mía. Sentía el tacto de su piel sedosa y me preguntaba cómo podía ser tan suave. Su olor me embriagaba. Su cuerpo y el mío poco a poco se iban fundiendo, creando algo difuso pero delicioso. La sentía, sus latidos, su respiración, su cabello invadiendo mi cara, mi brazo entre sus pechos firmes, tersos y delicados.

No podría asegurar si aún seguía durmiendo y todo esto fue tan sólo un sueño, del mismo modo que no puedo asegurar si alguna vez he dejado de soñar desde que algún dichoso día me echara a dormir. Si aquello fuera un sueño, yo soñaba contigo y tú dormías. Yo era el soñador y tú el desinteresado pero feliz sueño que yo no buscaba. Si entonces tú me soñaras, yo sería el sueño y tú la soñadora. Yo sería tú y tú serías yo; ambos seríamos uno, como si el amor nos hubiera abrazado a los dos.
En cualquier caso, no me despierten, por favor. Muchas gracias.