[…] Entonces yo moriré, algún
día, espero; y todas esas hojas (las que
he escrito y escribiré) dejarán de pertenecerme y no serán ya más mi problema.
– sentencié.
- Pero eso suena muy triste
–replicó ella con amargura. – No deberías hablar de ese modo, ni mucho menos de
morirte.
- Si no morimos, ¿tendría algún
sentido la vida? De hecho, ¿acaso tiene alguno? La muerte es algo que la propia
existencia requiere y sin ella la vida sería infinita. Es aquí donde, a raíz de
mis queridas relecturas de Borges, especialmente un relato de su magnífico El Aleph, se me plantea una suerte de
paradoja que me atormenta de vez en cuando. A saber: suponiendo que yo
estuviera marcado por la maldición de una vida inmortal, varias cosas -infinitas,
de hecho- me ocurrirían. Entre de ellas está que para mí el tiempo
desaparecería. Los meses pasarían como días, los años como meses, las décadas
cómo años… No existiría pasado ni futuro, todo sería un continuo presente que
nunca termina. En este infinito momento todo me ocurriría tarde o temprano, si
se me permite la inconsistencia, al menos todo lo posible, pero esto también es
discutible. Ahora bien, dentro de las posibilidades está también la temida y
deseada muerte que me liberaría del tormento de una existencia inagotable. Sin
embargo, el hecho de que yo, inmortal, pudiera morir en alguna ocasión me
devolvería al tiempo y al mundo finito y la mortalidad. Todo lo que me pueda
ocurrir entonces se resume apenas a varios miles de acontecimientos. No puedo
sino pensar en que cabe la posibilidad de que la muerte no entre en la serie de
suertes que van a acontecer en mi vida finita; de este modo me volvería de
nuevo inmortal… - hice un alto en mi disertación. Tenía la boca completamente
seca, no estaba acostumbrado a hablar tanto tiempo seguido. Miré a Elisenda y
su mirada estaba hundida una mezcla extraña de incomprensión y fascinación.
Bebí agua y terminé – Seguramente haya muchísimos detalles en las que no reparo
ni acierto en pensar y que conviertan todo este razonamiento en una tontería,
pero no soy capaz de ver dónde yerro… […]
Si me ausento por un tiempo, disculpen. Estoy con algo entre manos, si acaso a alguien le importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario