Cada vez estoy más convencido de que no soy un consumidor
apto para este tipo de formato de noche que se nos vende hoy en día. Tal vez
sea muy triste, no lo niego, pero prefiero mil veces mis noches de humo, de “yumanji”,
en unos mundos etéreos e intangibles creados por miles de ideas que
chisporrotean en mi cabeza. Prefiero que todo aquello que tomamos para desinhibirnos,
más que para perder la vergüenza y gran parte de nuestras capacidades motrices
sirva para expandir nuestros límites de pensamiento, para que seamos capaces de
crear inmensas fantasías e historias; para que seamos capaces de pensar libres
sobre nuevos horizontes.
Tal vez sea muy triste, pero no me gustan estas cosas que se
hacen hoy en día. Prefiero mi noche y mi tranquilidad. Prefiero una buena discusión
sobre la trivialidad más absurda o la cosa más retorcida y rebuscada que se
pueda imaginar. Y sobre todo prefiero las risas de aquellos que más quiero. Por
eso a ellos agradezco que aún me aguanten.
1 comentario:
Yo también, yo también.
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