domingo, 18 de mayo de 2014

combustiones al final de una noche

Esto no es más que una noche de sábado cualquiera materializada en un papel, un engendro, un experimento. Un sinsentido, vaya.

Finalmente, en el borde de la carne
bebía la fresca leche
directamente, en cualquier tugurio sucio,
con un maestro de la muerte
que no existiera o existió jamás.
Pronto pierdo el único motivo
que hoy mueve el mundo: es ése mi emoción.
Hoy te abres ante mí,
lasciva en tu milagro
para guiarme en mi camino.
Ahora que soy capaz de todo
me siento quimera, y para mí
eso es lo único que cuenta.
Incluso el cielo grande y azul
que sus cosas me ha enseñado
me persigue siempre hasta la derrota
para que en el tiempo venidero
cambie yo a la muerte.
Pregunto antes de volver envuelto,
sobre ese mitificado regalo,
ese legado una vez sin dueño.
Voy purgando mi nombre,
porque de verte mis sueños terminan,
cuando debería estar yo
y, sin embargo, solo estás tú.
El tiempo transcurre en mi paladar,
dónde encuentro los sabores del mundo.
Yo ya no tengo ninguna importancia;
solo soy una cáscara rugosa y vieja.

No hay comentarios: