domingo, 25 de noviembre de 2007

No es una despedida, solo es un hasta luego...

Y me voy por otro camino con lágrimas en los ojos.
Lágrimas de pena y lágrimas de optimismo.
Porque por hacer algo con mi hermano
saldrá algo simplemente enorme.


On the Rocks! ( http://ontherockss.wordpress.com/ )



"No es una despedida, solo es un hasta luego y si levanto el vuelo se que fuimos alguien en la vida"

domingo, 4 de noviembre de 2007

Ella y Yo, historia de un año y medio

Nadie diría que ya había pasado bastante más de un año. Posiblemente medio millar de días y habían pasado tantas cosas que era difícil encontrar el principio de todo esto. De todos modos aquel principio era tan glorioso para mí que se hacía prácticamente imposible de olvidar.

Todo empezó por allá por Mayo, cuando aún era un recién “redescubierto yo” y empezaba a curiosear sobre el mundo mientras me dedicaba a terminar el primer curso de bachillerato. Ahí fue, entre patio y patio, cuando la conocí.

Yo, un joven que empezaba a desplegar su potencial ajeno normalmente al mundo materia, y ella, aquella especie de princesa sacada directamente de un cuento. Y podría decirse que amor a primera vista, amor sincero, de ese que se escribe con hache.

Y ahora me paro y pienso en lo que se me estaría pasando por la cabeza entonces, ¿porqué cambiar mi mundo entero por un abrazo y un disfraz de príncipe bastante logrado cuando podía ser asquerosamente libre? Nadie me dio respuesta.

Fueron meses felices, llenos de más y de menos y, sobre todo, bastante bonitos. Al principio todo era tan sencillo… supongo que al principio la novedad perdonaba aquellos silencios tan molestos que se me escapaban demasiado a menudo. Cenas, portales, noches de verano, amaneceres de fantasía y yo que me veía obligado a abandonarla. Aquel verano, la distancia y aquella chica tan guapa de la melena castaña y los ojos de color miel no pasaron como una trivialidad y ayudaron a que bajase un poco de las nubes en las que vivía.

Pero ni el tiempo ni la distancia eran suficientes para mí. Volví como el que retorna de una guerra, más duro y algo más maduro. Quedamos, fuimos a cenar y hablamos; parecía que todo había vuelto a la normalidad, que incluso las cosas habían mejorado y que durante el verano ambos habíamos cambiado en las mismas proporciones. No sabía cuánto me equivocaba. Poco después de descubrir aquella nueva vocación que suponía para mí la pelea me di cuenta de que ella había crecido mucho más que yo. Me di cuenta de que su mundo tenía horizontes demasiado extensos y de que yo era otro rollo. Y vinieron muchos turistas a visitar aquellos horizontes tan vastos, cada uno diferente pero cada uno me alejaba más y más de ella.

El tiempo parecía nublarse por momentos, no obstante, cuando estrenaba aquellos flamantes pero inútiles diecisiete años, apareció aquella musa del sexo, aquella chica que me derretía tan solo con mirarme. Fue breve pero intenso. Nos veíamos un poco a escondidas y dejábamos que la pasión fluyera por nuestros cuerpos. Tan pronto como la pasión se acabó decidimos terminar con aquella historia.

Y a partir de ahí, el declive. Todo parecía precipitarse y dentro de mí brotaba una especie de sentimiento de rebeldía que cada vez se me hacía más difícil de reprimir. Solo la proximidad del fin del curso me alegraba los días. Fue un periodo que siempre quedará en la memoria, con cenas, fiestas y viajes increíbles que terminó por morir en los calurosos días de verano.

Después de un par de intentos fallidos de encontrar trabajo, opté por volver a repetir suerte en la heladería. Un trabajo sacrificado, con malos horarios para poder quedar con los amigos pero que me dejaba disfrutar de aquella vida noctámbula que tanto me gustaba.

Y así, sin darme cuenta del todo, parece que me hice mayor de golpe, un sinvergüenza de cuidado. Noches en vela en aquella plaza hasta que tal vez el dolor o la ansiedad hicieron que el humo viajara a sus anchas por mis pulmones. Pasaron noches plácidas que terminaron en las primeras lluvias de septiembre.

Todo era tan distinto… según me dijeron cambié, pasé de ser aquel niño tímido que se escondía tras sus silencios a convertirme en un sinvergüenza con las ideas claras y un carácter fuerte y definido. Pero aún faltaba algo para completar aquella supuesta plenitud, porque, pese a todo, aún seguía sintiéndome completamente vacío. Faltaba alguien.

Y del mismo modo que nos hicimos mayores, cambiamos los institutos por las universidades. Dificultad incrementada pero una nueva vida que se abría a mis pies. Y todo era tan divertido, pero tan difícil, que sin darme cuenta ya se había terminado Octubre.

Damos inicio a la segunda temporada.

sábado, 20 de octubre de 2007

Cuarenta y cinco sílabas

Si quieres hablar conmigo
busca el número en el móvil
y llámame.

Si quieres amor conmigo
abrázame y dame un beso
que yo pondré los condones.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Historias de un niño kamikaze

Aquello que trataba de ser un agradable vuelo se precipitó estrepitosamente. Sin saber muy bien como, el piloto se dejó abrazar por la locura, la irracionalidad y sus emociones. Lo cierto es que pocas veces tenía problemas con ellas pero esta vez parecía ser una de esas pocas.

En aquel arrebato pasional, ese joven poeta con barba de varios días, desaliñado y de mirada perdida, solo podía ver impotente como el avión que él mismo había decidido pilotar se precipitaba hacia lo inevitable.

El viento, que gélido se estrellaba contra el acero de su avión, se colaba por su estructura hasta llegar a él y le helaba los pulmones. Todo estaba fuera de control. Desde que pronunció aquellas palabras sabía que se había condenado, que desde el mismísimo instante en el que decidió tomar ese rumbo se había convertido en un kamikaze. Pero él no sabía que significaba aquello; tan siquiera le agradaba la idea. ¿Qué pensarán los kamikazes antes de estrellarse?

Su brillante cerebro no paraba de formular preguntas que jamás hallarían respuesta. Todo aquello era un cúmulo de sentimientos demasiado contradictorios como para ser comprendidos por un loco como él.

Y entonces sucedió lo que tenía que suceder. Aquel cuerpo incandescente surcó los cielos destellante hasta impactar contra el suelo. El impacto fue formidable; el estruendo, sordo. Tan silencioso como una proposición sin respuesta… Fue entonces, durante aquel silencio, cuando se dio cuenta de que Dios jamás le quiso, de que seguramente ni siquiera le caía bien a Dios, pues él nunca le ayudó. Desolador.

Pero de pronto, cuando todo parecía haber muerto, cuando ni siquiera el aire correteaba sobre el prado para llevarse el humo, una lluvia suave empezó a caer bañando todo aquello que encontraba a su paso. Los trozos de metal esparcidos por el suelo, las cenizas aun humeantes, su piel resquebrajada, llena de heridas y rasguños, y aquellas flores tan bonitas sobre las que había caído.

Desde el suelo entornó los ojos, abatido. Más allá del gris, pero, pudo ver el verde, el blanco y el amarillo de las flores. Más allá del suicidio y la muerte a las que se había lanzado, encontró algo bonito.

Su corazón aun latía fuerte, pues aquella era la reacción que se encontró. Aun así fue capaz de reunir las fuerzas necesarias para levantarse. Tembloroso se incorporó y miró al horizonte infinito y solo vio verde. Era paradójico, insólito, pero cierto.

Cuando por fin pudo mantenerse en pie sin tambalearse, consciente ya de lo que había sucedido, se llevó la mano al bolsillo. Buscó, pero no estaba. Lo volvió a probar, una vez, y otra, incansable, pero no la encontraba. Siguió hasta su último aliento, hasta que las heridas y el cansancio pudieron con él. Y entonces, exhausto y abatido, tras perder toda esperanza, la encontró. Allí estaba, en el suelo, sucia y con arrugas, pero no le importaba.

Allí estaba, pues, su fe.

Sí, me convertí en un kamikaze sin darme cuenta.
Espero que os guste.

lunes, 3 de septiembre de 2007

La historia más bonita

Y él, en un intento desesperado por ganarse su corazón, se lo jugó todo a una carta. No tenía la certeza de que fuese a funcionar, es más, ni el mismo esperaba que surgiese algún efecto de aquel suicidio. Pero, aun así, podrá decir que las “americanadas” le funcionaron, al menos, una vez en su vida.

Para ella posiblemente no era más que otro tipo. Uno peculiar, que sabía escribir y tenía su qué, pero otro más. Para él, ella no era mucho; era demasiado.

Así que un día que tuvo la oportunidad de verla a solas, lejos de la terraza de aquella heladería donde él trabajaba, la cogió de las manos y pronunció las palabras más ocurrentes que se le pasaron por la cabeza.

<<¿Qué dirías si ahora mismo alguien te cogiera por las manos y te dijera que eres la reina de su corazón?>>

Audaz. Señoras y señores, pasen y vean:

Él, un camarero de heladería, y ella, una chica atractiva donde las haya… ¿A qué esperan? El drama está servido…

De todos modos, nada ni nadie pudo arrebatarles aquellos minutos tan íntimos. Y es que el amor, ya lo dicen, es cosa de dos.

Conmocionada aun, con el corazón encogido por la ternura de aquellas palabras, no pudo articular respuesta. Tenía sus manos juntas, cogidas por las de él. Ese era el pequeño vínculo físico que les unía. Y ella, en aquellos instantes se lo quería comer a besos, estrecharlo entre sus brazos, sentirlo suyo.

A él, en cambio, el corazón le latía tan fuerte y tan rápido que le dolía dentro del pecho. La miraba confuso, esperaba una respuesta que no llegaba. La tensión era inaguantable; hasta el más fuerte y valiente hubiese cedido ante aquella situación. Pero él no había llegado hasta aquel punto para retirarse, ni mucho menos. Hizo de tripas corazón, cerró los ojos y dejó que el silencio hablara por él.

Y entonces surgió la pasión, la calidez y el desenfreno. Cuando sus labios se encontraron con los de ella todas las dudas se desvanecieron. Y bebió de aquel beso como si le fuese la vida, respiró de su aliento y su suspiro. Le entregó su mundo entero en aquel abrazo.

No es realmente la historia más bonita. ¿Y qué? =D
Espero que os guste.

sábado, 25 de agosto de 2007

Sincerémonos

~1 "La verdad es que le parecía la chica más guapa del mundo.
Y le gusta, demasiado cree él.
Lo cierto es que le gusta desde el primer día que se topó con ella por la calle y hablaron.
Me parece que hasta se aficionó a ir a la biblioteca por ella.

¿Qué cosas tiene esto del destino, eh?"


~2 "Y a veces, más que por el ciego, le gustaba por la satisfacción
que le producía pensar el trabajo que le había costado liárselo.
Lo encendía y tiraba. El humo recorría su tráquea y llegaba
machacante a sus pulmones. Después, abría un poco la boca
y lo dejaba en libertad.

Porque en realidad nadie le entendía. Y hablaba y hablaba
y nadie le escuchaba realmente. Entonces terminaba por sentirse mal.

Por eso, fuma y olvida"


~3 "Todo empezaba cuando llegaba.
Primero, emoción.
Bajaban y se cambiaban.
Poco a poco el miedo se apoderaba de él.
Presumía ser excitación, pero él bien sabía que era miedo.
Y luego, empezaba el combate.
Por suerte, el otro tenía tanto o incluso más miedo que él.
Y él lo sabía.
Y entendío que no se trata del más fuerte.
Ni del más hábil.
Tan solo del que esconda mejor su miedo.
Eso fue lo que aprendió aquellos viernes por la tarde..."


~4
"La cuestión es que él no se enamoró de una rubia.

Por muy guapa que fuese."



Esto se acaba (para volver a nacer, pero se acaba). Por eso, me sincero. ¿Alguien me acompaña?

martes, 21 de agosto de 2007

¿Despedida y cierre?

El arte viene y va, y la musa sigue su estela. A veces dos hombres, suficientemente unidos pese a la distancia que les separa, arañan unos pocos minutos de sus bohemias vidas para charlar. Y es en una de esas conversaciones noctámbulas cuando la musa les viene a visitar. Y de la nada aparece una idea nueva.

Con ánimos renovados dos hombres trabajan mientras todos duermen. Como dos niños haciendo un hoyo en la arena, mi hermano y yo estamos tramando algo.

Por eso ahora lo tengo que dejar; tengo una ciudad que conquistar, cenar y estirar las piernas.

Hasta mejor ver, esperad noticias nuevas.

~Atte. albertt!