A veces pienso que este verano
está siendo tan productivo como caluroso, es decir, más bien poco. A excepción de
contados momentos de lucidez, al igual que algunos días de bochornoso calor, lo
demás ha sido tan trivial que me asqueo solo de pensarlo. No pasa nada mientras
el tiempo pasa y la vida carece de la emoción que trae consigo la novedad y la
pasión que alimenta el sentimiento. A veces, en uno de esos interminables días
en los que me recluyo en mi palacio interior, cuando ya he leído tanto que mis
ojos reclaman descanso y me siento torpe y vulgar para escribir noto que muero
lenta y silenciosamente. A veces esos días fumo tanto que acabo viendo a un
dios en el verde humo y hablamos con largos silencios sobre las virtudes y los
pecados de su creación. A veces creo que yo solo quiero escapar, desconectar y
huir de esta orilla del Mediterráneo y esa ciudad que odio tanto como la amo.
Tal vez aún no haya entendido que hace mucho que sin saber muy bien como dejé
de agarrar las riendas de mi vida y me vi abocado a un mar bravo de odio y
esperanza, de tormentas de castigo y promesas falsas, con la esperanza como
único sustento. Obviamente me hundí, pues lo que yo creía esperanza no era más
que una desdichada ilusión provocada por las drogas o el veneno. Me hundí entre
las aguas turbulentas y cuando pasó la tormenta y el mar lo vio oportuno me
escupió a la orilla. A veces pienso que ahí fue cuando me fueron devueltas esas
riendas que había perdido.
A veces tengo sueños increíbles y
hermosos, que no cuento a nadie, sin necesidad de estar dormido porqué cuando
me duermo hay veces que te sueño sin querer y me robas otro día de mi vida. A
veces pienso que no debería escribir estas cosas que escribo, ni pensar las
cosas que pienso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario