sábado, 9 de febrero de 2013

Ebrio de recuerdos

Echo de menos, por supuesto, mi costera Castelldefels, pero también la Barcelona que ella me descubrió: sus calles, sus parques y rincones secretos. La paz que viví en ese cielo es el castigo que hoy me maldice en el infierno de mi vida. Soy la ceniza de un cigarro que ella fumó, olvidada un cenicero, como se olvidaron los primeros besos que a escondidas nos sonrojaban. Ni el tiempo ni el espacio son los que mi corazón desea y solo mis hermanos apaciguan las llamas de mi condena. Soy el falso reflejo de algo que ni siquiera quiero ser; un chico de bebida fácil y difíciles ideas. Soy humo que se escapa, los segundos de felicidad de una vida que se agota.

miércoles, 30 de enero de 2013

Pequeñas memorias de la tierra que me amó


Muchos días han pasado desde la última vez que pisara yo esas tierras; tantos que más que una cifra exacta o aproximada es tan solo un largo y vago periodo de tiempo indefinido en mi cabeza.

Aprendí con el tiempo que el exilio es una horrenda prohibición; la obligación de tomar cualquier otro camino que el que tú deseas. Y es que, aún hoy, tras haber visitado otras tierras, algunas hermosas como ángeles, otras vastas como la propia imaginación o simplemente lugares de paso, no he encontrado ninguna que me haga querer formar parte de ella. Soy un hombre sin patria, un soldado sin ejercito, un viajero que escapa buscando un lugar. Joven turista del tiempo cansado ya de la vida.

Todavía recuerdo cuando mi patria me quería, esas tierras para mí tan extensas pero que realmente no abarcaban más que la piel de una princesa. Nunca las creí de mi propiedad pero sé que me pertenecían de algún modo más allá de lo material. Recuerdo con nostalgia sus soleados días y cálidas noches, su dulce y fiera naturaleza. Yo la amaba y ella me cuidaba. Era casi perfecto. Pero un día vinieron las tormentas, la lluvia y los relámpagos. El cielo se oscureció, el verde ya no era verde. Esa tierra ya no me amaba y sopaban vientos huracanados; los cielos lloraron hasta inundarlo todo de pena y el fuego se apagó. El mensaje era claro: ya no podía permanecer más allí.

Me fui o esa tierra me desterró, lo cual es lo mismo. Ahora escribo estas cosas mientras extrañamente el sol brilla con tonos leves en el cielo de mi ya bienquerida Viena. El viento sopla y el humo se va por el camino. 
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

lunes, 28 de enero de 2013

Perder la vida viviendo

Me deshago. Mi piel blanca se derrite, se oscurece y torna en tinta negra. Poco a poco mi vida se escurre y yo, por fin, muero. No espero que nadie llore, y si es así no lo hagáis. Del tintero en el que me sé preso renaceré convertido en poesía, o prosa; y cuando alguien se emocione leyéndome (si acaso ocurre) será mi piel la que roce su piel, mi voz la que susurre su oído y mi alma la que abrace a la suya. Las obligaciones vacías que requiere el mundo para poder sobrevivir hoy en día (el dinero, el estatus social y demás tonterías) degüellan mi alma.
Hágase tu voluntad y trae la paz a mi espíritu.

sábado, 5 de enero de 2013

deseos en círculo

Desquiciado como el que más, cuando no me salen las cosas bien con los ordenadores y con todo el día sin  fumar, rebuscaba yo entre la inmundicia de mi habitación original unos CDs que me eran extremadamente importantes pero no recordaba dónde los guardé. Durante esa búsqueda tuve la dicha de encontrar un pequeño tesoro que creía olvidado, una serie de regalos que me fueron entregados y que, tonto de mí, no supe aprovechar...

1.un beso muy dulce y sabrosón.
2.unos calzoncillos muy sexys para noches especiales y picantes.
3.una tarde de risas y muchas chuches.
4.un bolígrafo rojo, otro azul y otro negro (para tomar buenos apuntes).
5.una tarde de birras y fútbol.
6.una cena barata pero romántica.
7.un pecado: una noche dulce, con masaje y el resto está por ver...
8.una noche de cine: con entrada, palomitas y bebida.
9.un "deseo" a tu antojo.
10.una funda nueva para tu portátil.

La felicidad abrazó mi alma y, de pronto, los problemas parecieron tan minúsculos que casi casi se solucionaron por si mismos...

viernes, 4 de enero de 2013

Sin título

Escribo historias en jarrones chinos de porcelana
De amores efímeros que para mí no son nada,
cuentos de princesas que no cuentan con hada.
Historias de humo que se escapa por la ventana.
Pero mi favorita tengo yo entre todas ellas
escrita en el cielo junto al resto de estrellas:
Es la historia de un príncipe que no lloraba
a pesar de saber que no podía tener su amada.
Es la historia de una princesa enamorada
de un príncipe que su amor prohibido le entregaba.
Estas son historias que sólo entienden los poetas,
historias que guardo como tesoros en mis libretas.

jueves, 15 de noviembre de 2012

limbo


¿Habrían pasado semanas, meses, tal vez años? Quizás tan solo unas pocas horas, incluso minutos. Flotando en medio de la nada, del vacío más absoluto se pierde toda noción. El tiempo y el espacio hacen filigranas y dejan de ser perceptibles. La razón y la experiencia se vuelven inútiles para poder entender todo lo que ocurre. ¿Cuánto hace que no como? ¿Y que no duermo? En este sitio eres como una vela recién encendida: sabes que llegará un momento en el que te consumirás, lenta pero infatigablemente, hasta la muerte. Ardes y ardes, sabedor de tu destino y esperas el fatídico momento. Pero llega un momento en que empiezas a entender que, en ese sitio en el que te encuentras, ese momento no llegará jamás y poco a poco vas viendo las cosas de otro modo. ¿Debería desear que el fuego me consuma de una vez por todas, mi propia muerte? En el limbo no existen ni el tiempo ni el espacio y, cuando nada se tiene, hasta el más cuerdo se abraza a la locura…
Cierro los ojos y me dejo llevar como el río que fluye entre los sauces. La batalla está perdida y yo soy un soldado sin ejército.

viernes, 9 de noviembre de 2012

pinchazos en mi cabeza


Un pinchazo en la cabeza, una aguja invisible que se introduce por la parte trasera de mi cráneo y me taladra el cerebro. Lobotomía. No sabría explicar el porqué de esta dolencia, pero creo (o al menos quiero creerlo) que, como muchas otras veces, mi cuerpo ha detectado que estoy llegado a una situación límite, cerca de rebasar el punto de no retorno y solo intenta eliminar una tortuosa parte de bonitos recuerdos. Vida y Muerte, dos hermosas hermanas, dos flores rojas con espinas, tan delicadas como fieras y salvajes. La enfermiza animadversión que le tengo a la vida tan solo es comparable al miedo que le tengo a la muerte. Tan solo quiero ahogarme en un mar de whisky, pudrir mis pulmones con el humo, mutilación del espíritu, caos: autodestrucción. Quiero morir cada noche en un tumulto de dolor, emborracharme del llanto de sentimientos rotos y sentir mi alma desgarrarse; hacerme jirones de pena, mil heridas que sangran. Quiero morir como hombre, caer en el pozo del olvido, descansar y perderme en la oscuridad de tu pelo bajo la mirada de la luna para poder renacer de nuevo con cada amanecer. Pequeño, indefenso pero invulnerable. Sentirme de nuevo en la cálida matriz de una mujer y gestar, madurar, convertirme en una idea volátil, difusa, poco concreta pero firme.
Morir cada noche para renacer por la mañana. Vivir mil vidas en esta carcasa en descomposición con la esperanza de aprender a interpretar mi papel en el gran teatro de la vida. Quiero sentir la libertad de la muerte para disfrutar del júbilo de simplemente existir y saborear las delicias de la belleza.

Y cuando finalmente el dolor me da un respiro me queda la mente, la locura. Pero eso ya es otra historia…