miércoles, 30 de mayo de 2012

#pensando

Pensando anoche en algo que escribir, me dormí.
Pensando en ti, sentí.
Pensando el otro día en algo te vi.
Pensando en mi, morí.
Pensando por pensar te perdí.
Entonces dejé de pensar así.

miércoles, 23 de mayo de 2012

sinTÍTULO#2



Conduzco rápidamente por el carril de la izquierda, como de costumbre. El día está turbio, el cielo grisáceo, salpicado por nubes de esas que amenazan tormenta pero que solo ensucian tapando el sol, y el sol que aunque no brilla, se filtra a través de las nubes y se hace muy molesto a los ojos. Frunzo el ceño, ahondando más las arrugas que ya surcan mi frente y el perfil de mis ojos pese a mis veintidós años. Siempre frunzo el ceño. A ciento cuarenta y pico quilómetros por hora rebusco por el coche mi paquete de tabaco negro y un mechero. Me siento muy inconsciente pero me apetece fumar, me apetece pudrir mi interior con ese humo de sabor fuerte. Le doy una calada al cigarro, mantengo durante unos segundos el humo en mis pulmones y lo suelto. No sé hacia donde me dirijo.
Estoy cerca de Barcelona y tomo la salida. Los recuerdos me avasallan, corretean y se entrecruzan velozmente en mi cabeza; sabor agridulce. De repente el viento empieza a soplar con violencia y detengo el coche. No sé dónde estoy exactamente, no reconozco el lugar pero todo me es extrañamente familiar. Camino durante un largo rato, fumando otro cigarro y cuando lo termino tiro la colilla y aparezco frente a una puerta con una flor colgada del pomo. Abro y tras ella hay un pequeño habitáculo en el que apenas quepo yo y otra persona, con un colchón de gomaespuma en el suelo y una pequeña ventana en la pared opuesta a la puerta por la que veo el exterior. El viento sigue soplando con fuerza en la calle. Me encuentro extrañamente cansado así que me descalzo, me quito los pantalones y me estiro sobre ese colchón. No estoy muy cómodo, es más, noto que el colchón está más hundido por el centro que por los costados, desgastado por el uso tras el paso de los años pero se me hace muy acogedor. No sé por qué. No lo entiendo, pero hay tantas cosas que no entiendo últimamente que ya no me preocupo.
Alargo el brazo y alcanzo mis pantalones, que estaban “maltirados” en el suelo. Rebusco en los bolsillos hasta que encuentro lo que estaba buscando: una bolsita de plástico en la que llevo un par de cogollos. Me apetece fumarme un porro, siento que si no me lo fumo tendré pesadillas. Saco los cogollos de la bolsa y los miro de cerca con atención. Son verdes (obvio), pero de un verde intenso, agradable y dulce. Me recuerdan a algo pero no consigo dar con el qué. Cojo uno, lo pongo en el grinder y le doy vueltas con desinterés mientras pienso cuántos giros habrá dado ya mi grinder y cuando quiero darme cuenta ya he terminado de liar e inconscientemente mis manos palpan a ciegas sobre el colchón en busca de fuego. Sigo palpando hasta que noto un golpe en mi brazo derecho y miro sorprendido. Allí, a mi derecha había una chica que me ofrece fuego y lo cojo y me enciendo el porro y empiezo a fumar. La miro. Su largo pelo cae sobre sus hombros y espalda como una cascada. Su rostro está difuminado, no la reconozco y solo distingo sus ojos verdes como esmeraldas que me miran y me hipnotizan. Sigo fumando. Esa chica extrañamente conocida me hace carantoñas, se acurruca en mi regazo y se divierte; me molesta pero me es agradable. Acaricio su pelo, su cara. Se incorpora y me besa. Acaricio su espalda, sus piernas, la abrazo y la beso. Hacemos el amor. Los cristales tiemblan por el viento que sigue soplando con fuerza. Oigo el ruido del camión de la basura y me duermo cuando el ruido cesa y el camión se marcha.

Me despierto con la boca seca y la garganta irritada y con la lengua áspera, pegada al paladar. Estoy en mi cama en calzoncillos; deben ser las siete y media de la mañana. No entiendo nada. Me incorporo y oigo los cristales de la ventana que tiemblan. Fuera el viento sopla con fuerza. Los días pasan.


Nota: Está huérfano de título. Se aceptan propuestas.

lunes, 21 de mayo de 2012

#ticTAC

Tic, tac, tic, tac... pasan los segundos, siempre igual de rápidos, siempre igual de lentos. Otro minuto acaba de pasar y a la vez me aleja más del fuego y las cenizas y me acerca más a la ciudad del vals; ya han pasado dos minutos. Sonrío y por el camino aprendo cosas nuevas, me hago una persona nueva. Tic, tac, tic, tac... el tiempo pasa. 

viernes, 18 de mayo de 2012

historiasdeÉL#4

- Todo saldrá bien, todo saldrá bien, todo saldrá bien... - Se repetía esas tres palabras constantemente, a todas horas. El corazón le latía de nuevo, pero esta vez ya no de agonía, sino de una extraña felicidad. Ya no se sentía perdido o, al menos, ahora tenía una dirección segura que seguir, un destino marcado en el mapa del cual derivarían muchísimos más. Todo saldrá bien si esa mujer de verde jamás me abandona; llamémosla esperanza.

martes, 15 de mayo de 2012

#RABIA



Cuándo no estoy lúcido, cuándo no estoy inspirado y no me gusta lo que escribo, no por lo que cuento sino por como lo hago; cuándo no encuentro armonía en el orden de las palabras de mi cabeza ni ferviente pasión en el caos de mi corazón me ahogo de pena. Siento que me asfixio y, si normalmente no encuentro motivos en este sinsentido, en esas ocasiones en las que me repugnan mis letras dejo de sentir la vida en mis venas. Es entonces cuándo, con ferviente masoquismo, consciente y convencido miro a los ojos a todos mis demonios. Me sumerjo en ese mar llamado internet y entre su inmensidad sé encontrar rápido lo que busco. Con viva ansia observo y entiendo, y pienso, y de repente estalla dentro de mí un violento dolor, que así es como imagino yo la muerte. Mi corazón late deprisa1 e incansable, la sangre arde en mis venas y me cuesta respirar. Los músculos de mi cuerpo se contraen con furia y mi mandíbula se aprieta fuerte, tanto que me duele. En medio de esa agonía siento que mi pecho va a estallar y si lo hiciera lo mancharía todo de dolor. Y entonces escribo toda esa locura que siento, hago tinta todo ese dolor y mastico la rabia. A veces, posiblemente más veces de las que creo, soy despreciable. Soy malo en esencia, pura maldad, por hacer estas cosas que hago, por pensar lo que pienso y por actuar como actúo. Ésta, mi demencia interpreta libre cosas que nadie le explica. Cabalgo a lomos de un incandescente potro llamado Rabia, me alimento de la tristeza de mi ser y cuando duermo descanso mi cabeza sobre la almohada del miedo. Porque, a pesar de que hago todo esto completamente consciente, cuando caiga la noche sé que mi subconsciente me atormentará con la peor y más horrible de las torturas2. Ella.

1 – Demasiado.
2 – Posiblemente la única que me afecta a día de hoy.


Nota: Debo reconocer que he "palpado" la catarsis mientras escribía esto.

historiasdeÉL#3

En medio de aquella desolación, harto y perdido, sin entender nada, de pronto escuchó su voz que le decía:

Perdóname ángel por permitir que el dolor que me azota me cambiara y me volviera irascible. Perdóname por pagar con quien no debía el tormento de las lágrimas, pero aún tenía fe y la esperanza loca de que algo imposible ocurriría. Perdóname hermano por no oír de tu consejo; por no querer mirarme en el espejo y así reconocer todo el daño que me han hecho y que me he hecho. Perdóname por querer seguir viviendo en un recuerdo y en un sueño del que no quería despertar. Perdonadme, de veras, por seguir leyendo las historias de mis penas y recuerdos y, sobretodo, por no ver que ese cuento ya acabó y yo cometí el pecado de querer seguir escribiendo donde mi tinta ya no era querida.  

Aquellas palabras que reconfortaron su alma no dejaban de ser más que el eco de su propia voz. No estaba todavía convencido de ello, pero no quería dañar más a quien no debía. Seguramente él no lo quería, pero era la única solución.

lunes, 14 de mayo de 2012

#fuckingSUNDAY

Tan sólo yo entiendo lo que escribo
aunque no sé bien que digo,
quisiera entenderme mejor,
quisiera poder llegar a ser mi mejor amigo.
Pero cuando cierro los ojos,
cuando cierro las cortinas,
entonces me persiguen voces, recuerdos,
pasadas penas y alegrías.
Busco en mí una sonrisa, el calor,
pero sólo encuentro ser
puro hielo que se enfría.
Es mi momento, lo siento
y sigo sin saber lo que pretendo,
en este momento y en el siguiente
me abrazan los fantasmas
que me aplican vil tormento.
Sucumbo, pues no soy fuerte,
mala suerte tengo.
Me voy a buscar, me quiero encontrar,
más allá de la barra de un bar.
Sentí ser parte de un par
pero ahora sólo soy uno
y aún no sé por dónde avanzar.
Voy a romper todas las cadenas,
voy a ser fuerte y a respetar el deseo
que hoy fluye vivo por mis venas.
Miro hacia atrás y solo veo penas,
sentimientos que ya encontraron sus fronteras.
Miro hacia atrás y solo veo un chico
apuñalado a sangre fría
y que hoy cumple incierta condena.
Son los fantasmas peores que las armas,
son las armas mejores que las damas,
son puñales que se clavan, son las que duelen,
son las que hacen arder tus entrañas.
Y si pienso en ella no es porque quiero,
es  que hoy no puedo evitarlo, pero,
voy a intentar dejar a un lado mi deseo,
no lloréis por mi si por ello hoy muero.
Si quiero hacerlo tendría que quemar mi vida,
mis propias cicatrices son recuerdos,
medallas de una batalla perdida,
de un regalo, de unas fotos, de una mentira,
unas palabras, un paseo por la avenida.
Y cuando cambio el negro por el verde
me visitan los demonios y me muerden,
es entonces cuando el Albert se pierde
en este mar de dudas y con olor a muerte.