martes, 19 de diciembre de 2006

~Ella y yo [4ª Parte]

Más entrada la noche, después de haber recogido, salimos de casa. Caminábamos entre calles más que conocidas rumbo hacia la playa. Por esa zona se concentraba casi toda la actividad fiestera de la ciudad.

No había mucha gente por la calle y el ambiente era cálido, con pequeñas rachas intermitentes de una leve brisa que refrescaba la noche.

Andaba bastante callado. No soy mucho de hablar y me sentía bastante raro con esa ropa, como si no fuese yo. De vez en cuando miraba a mi reflejo en cristales de escaparates y se me escapaba una sonrisa, me hacia gracia.

La miré. Caminaba tranquila, firme. Iba muy guapa.

- - ¿Qué pasa? ¿Voy manchada o algo?No, no es eso… - ¿Entonces? - ¿Puedo darte la mano…?

No articuló palabra. Me cogió la mano directamente. Sus dedos se entrelazaron con los míos. No nos miramos. Nos habíamos cogido la mano pero parecía que nos daba vergüenza mirarnos a la cara. Aun así era muy agradable.

Y así, como un novios de pegatina, llegamos a la playa. Luces de colores, gente, ambiente de fiesta y música. No era habitual de esos lugares así que me dedicaba a seguirla. Nos encontramos con algunos amigos y finalmente entramos en un local. Estaba a reventar. Abriéndonos paso entre la gente pasamos por delante de la barra y llegamos donde estaba todo el mundo bailando. Ahí me soltó la mano y se puso a bailar delante mío. Yo permanecía quieto, moviéndome ligeramente al son de la música.

-¿Qué haces hombre? ¡Muévete!Pero… yo no se bailar… - No digas tonterías, anda, ven…

Me cogió las manos y las puso en su cintura y luego puso las suyas detrás de mi cuello y empezó a moverse suavemente. Intentaba responder con movimientos parecidos pero no lo lograba. Me sentía demasiado ridículo y fui a la barra. Pedí algo para beber para ambos. Bebimos, volví a pedir y volvimos a beber. Probamos otra vez el bailar pero la única diferencia con el intento anterior es que esta vez me daba menos vergüenza, ya sabéis, primeros efectos del alcohol. Así que, tras varios intentos fallidos me senté cerca de una ventana. ¡Qué agradable era el aire de afuera, libre de humos! Estaba en un primer piso, y abajo, en la calle, la gente iba, volvía, se paraba a hablar… arriba, el cielo seguía despejado y las estrellas y la luna aun brillaban con fuerza. En mi vaso, el hielo se deshacía poco a poco.

- ¿Qué pasa, no te diviertes?No, no es eso… - Sí. No lo estás pasando bien aquí… - No, no, de verdad, me lo estoy pasando muy bien contigo… - No me mientas. Dime, ¿qué haces tu cuando sales, a ver?... - ¿De verdad quieres saberlo?... -

Pegué el último trago que quedaba en mi vaso, la cogí de la mano y salimos de allí. Nos alejábamos del humo, las luces de colores y el ruido. Nos alejábamos de la monotonía juvenil de noches de verano. ¿Dónde íbamos? A mi mirador. Sí, a la playa, pero lejos de la gente. A un lugar que pocos conocían y que a altas horas de la noche y temprano por la mañana era uno sitio único.

Tras un corto paseo llegamos. Entramos en el arenal. Caminábamos a pasos cortos, el uno al lado del otro, cogidos nuevamente de la mano. La tranquilidad de ese lugar era majestuosa. Una pequeña brisa de primera línea de costa, el murmullo de las olas en la orilla, el reflejo de una luna soberana… era un espectáculo digno de ver.

Avanzamos por la playa hasta llegar a unas rocas. Encima de estas había una vieja barandilla y tras ésta un banco de madera. Ese era mi mirador. Subimos una pequeñas escaleritas y nos sentamos en el banco.

- ¿Dejarás alguna vez de sorprenderme? - ¿Por qué lo dices?Este lugar…es… ¡es precioso!Por eso te he traído¿Sabes? En cierto modo, eres adorable Tan solo diferente al resto - - ¿Bailas?

Allí, alejado de miradas ebrias e indeseables, me daba igual no saber bailar, me daba igual hacer el ridículo. Nos cogimos y empezamos a bailar al son de la silenciosa melodía de la noche. Me costaba de creer como aquel lugar se me hacía tan especial por momentos. Cada vez estaba mas convencido, ella era realmente diferente, ella era realmente especial.

Poco duró aquella situación. Un desafortunado tropezón rompía el tacón de su zapato izquierdo.

- ¿Estás bien?Sí, solo se ha roto el tacón, no ha pasado nadaMenos mal - Lo estábamos pasando bienDemasiado bien - ¿Qué hora debe de ser?Deben de ser cerca de las cinco, pronto amanecerá. ¿Volvemos a casa? -


Porque fui, vencí a la muerte y volví. Gracias por hacerme creer en ti. ._<


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