miércoles, 30 de mayo de 2007

Y sigo con lo mío...

¿Exploración espacial? Dime hermano, ¿para qué la necesitamos? Y no me digas que porque nuestro planeta se nos está quedando pequeño. Estamos matando al planeta y lo único que buscamos es un pequeño agujero por el cual escapar de este foso de miseria que nosotros mismos degradamos día a día y poder encontrar así nuevos mundos que con el paso de los siglos destruiremos igual que hicimos con este. Dime hermano, ¿para qué la necesitamos? Nuestro mundo fue suficiente para grandes civilizaciones, ¿por qué no puede ser suficiente para nosotros?

Imagina por un momento un nuevo mundo. Imagina que todo lo que ves a tu alrededor, todos estos edificios y construcciones que no te dejan ver más allá de ellos y que orgullosos se levantan hasta el cielo no son más que un montón de escombros sobre el cual nace una espesa masa verde llena de vida. Imagina que crecerán cepas del tamaño de mi muñeca y que, desde lo alto de un árbol, verás como hombres que vestirán ropas de cuero que durarán toda la vida siembran trigo a lo largo de todas aquellas carreteras grises que hoy se asfixian de vehículos y que mañana serán grandes llanuras cubiertas del color dorado del trigo. Imagina ese nuevo mundo, sin coches, sin máquinas, sin nada. Las grandes invenciones del hombre, los grandes descubrimientos, el avance, todo quedará en el recuerdo. Todo serán vestigios que quedarán en el olvido. Hombre y naturaleza unidos como siglos atrás lo estuvieron.

El mundo moderno sucumbirá y las grandes civilizaciones que hace siglos dominaron el mundo lo volverán a hacer. Las armas nos defenderán y nos darán comida. Alza tu lanza orgulloso, hermano. Pues para eso renaceremos. Legiones enteras de soldados lucharán valerosos por defender aquello en lo que creen y aman, en igualdad de condiciones, con armas semejantes que honren al guerrero; espadas, lanzas y escudos.

Escucha como el viento trae, desde un angosto desfiladero a la otra punta de este gran mar que nos baña, el sonido de valientes que se enfrentaron a grandes ejércitos por proteger su patria. Escucha el sonido de cientos de pájaros que escondidos en las innumerables copas de los árboles de este gran bosque componen la bella melodía que se difumina en la lejanía.

Dime hermano, ¿acaso no será glorioso que las mismas lanzas que nos dan de comer nos ayuden a defendernos? ¿Qué los hombres y las mujeres serán lo que serán por lo que son y no por lo que tienen?

Deja que el hombre de hoy, acomodado en los placeres del dinero, los coches y las motos, ponga a prueba su ingenio y determinación con la furia de la naturaleza. Comprueba como la naturaleza engulle con facilidad al débil hombre. Y dime pues que el hombre de hoy es “poderoso”; el dinero lo ha corrompido y los valores no se perdieron ni se destruyeron. Los valores; la fuerza, el honor, el coraje, la honestidad… dime hermano, ¿dónde están?

Y ahora, cuando dejes de imaginar piensa que volverás a nuestro mundo. Y te darás cuenta del grotesco espectáculo del que has sido protagonista desde siempre. Pero no llores, pues aun la pena e inseguridad que infunde el mismo, nosotros somos capaces de cambiarlo. Hermano, nosotros tenemos el poder para revolucionar el mundo.

Pero para ello no debes enamorarte. PuaaagH! Qué asco de todo sinceramente. Yo de mayor quiero ser pobre; así, si me quieren sabré que me quieren a mí.
Siento haber tardado tanto en actualizar, pero estoy """""estudiando""""" para la sele... =D (bromifera).
En fin, gracias a todos y comentadme anda... ¬¬ =D

domingo, 20 de mayo de 2007

Porque los héroes a veces necesitan, también, ser salvados.

Posiblemente la suerte fue más de ella que de él. Nadie sabe de dónde apareció, ni quién era, ni para qué había venido, pero él no tardó en aclarar sus dudas. Calificado como un gran salvador, una especie de héroe de estar por casa que quizás, sin quererlo ni beberlo, se metió en una contienda que al final terminaría por venirle demasiado grande. Y es que los héroes también se equivocan.

En una temporada donde para el mundo hacía un bochornoso calor veraniego, para una persona todo era de un color muy gris. Él, con su mirada perdida supo ver ese gris, supo ver que de entre todas, había alguien a quien podía ayudar. Desinteresadamente, pues él no era de aquellos que hacía las cosas a cambio de algo, le tendió su mano para acabar con una reina entre sus brazos. Ella vio en él una salvación, una luz que podía alejarla de aquellos momentos tan tristes y se dejó querer. Y por allá donde fue lo vanaglorió; para ella era tan grande, tan especial que merecía ese trato.

Él, el héroe de la tinta se dejó querer. Duro de él, que había sido siempre un ser solitario, un ser dolido por los sentimientos se dejó querer. Pero yo diría que solo cavaba su propia tumba. Cuando ambos quisieron darse cuenta todo se había salido de sus rumbos. Y me apena, porque creo que ninguno se merecía lo que les pasa. Como todo en la vida, los caminos se cruzan y se distancian, y ahora ellos dos empiezan a distanciarse.

Una vez liberada de aquel gris que la atormentaba y agraciada por las circunstancias ella empezó a “irse”. Seguía allí, siempre cerca, pero estaba infinitamente lejos. Era como si hubiese crecido en un momento, como si él hubiese quedado atrapado en su niñez y ella se hubiese vuelto toda una mujer. Y él, en silencio, nuevamente volvía a llorar. El héroe que meses antes había llegado para salvar a una bella doncella ahora necesitaba de su propia salvación. Era bastante irónico: el salvador que necesita ser salvado.

Me apena, me apena mucho. Se metió, quizás, donde no le llamaban, sin malicia alguna, pero ahora se ve en medio de un “algo” que le viene demasiado grande. Bebe y bebe, litros de tinta que más tarde escupirá sobre un papel y que quizás nadie llegue a leer nunca. Y se emborracha de tinta y luego llora; lágrimas negras y un llanto que nadie es capaz de escuchar. Nadie es capaz de ver lo que le ocurre porque él nunca ríe, ni nunca llora, ni nunca expresa. Porque su cara es tan indiferente…

Y entonces cae, y sigue cayendo. Y mientras cae, agradece y pide perdón.

No pretendo ser ofensivo, ni criticón, ni nada. No va con ninguna malicia, ni con segundas intenciones. Simplemente pido perdón a todo aquel, hombre o mujer, que se haya visto "atacado" por mí, verbal o "escritamente". Es un poco difícil todo; porque las máquinas fallamos más de lo que acertamos y porque también necesitan ser queridas.

Perdónenme señoras y señores si convertí en negro todos mis colores, y toqué el fondo. Porque ahora vivo bien, pero sigo teniendo la rabia en lo hondo...

sábado, 19 de mayo de 2007

Viva la libertad de expresión en los colegios...

Esto es una vez, en un colegio de una localidad situada a pocos kilómetros de Barcelona, Gavà, que parece que se las daba de ser uno de los mejores del territorio. En aquel colegio existían tres modalidades: el A, el B y el C. Durante años las tres clases convivían en “paz” pero inexplicablemente un día las altas esferas de la directiva de aquel colegio empezaron a “marginar” al C. Más que una marginación era como un intento de suprimir la autoridad revolucionaria y la apatía descarada que tanto irritaba a los profesores, que caracterizaba a los individuos que solían cursar esa modalidad. Muchos han sido los enfrentamientos que ha habido desde entonces.

El último caso conocido es uno en el que, con motivo del acto de graduación del colegio, a los alumnos de cada clase se les pide hacer un discurso representativo. Este año, los alumnos de la modalidad comentada anteriormente, con el poco tiempo que buenamente han podido pedir en clase, se han juntado para intentar hacer un discurso. Pero no un discurso cualquiera, aburrido y moña, no. Los alumnos querían hacer algo distinto, algo que desde la ironía pudiese llegar a ser gracioso y que por otro lado contase la realidad de las cosas. Dicho esto, en una hora de clase que se les entrego, la misma mañana del día del acto de la graduación, un grupo de alumnos, entre los cuales se encontraba el mismo que ahora relata los hechos como el escritor del documento, hicieron un discurso que fue calificado de impresentable, ofensivo, insustancial, “no-normal” y demás sinónimos.

A continuación les adjunto una copia del discurso en cuestión para que ustedes mismos puedan juzgar.


Este discurso, que desde mi punto de vista es totalmente normal, ha sido CENSURADO por la directiva del colegio. Me parece un poco “fuerte” (como se suele decir) que en un colegio se censure algo por creer que puede dar una mala imagen hacia los padres del colegio. Tachados de egoístas, desagradecidos, apáticos, impresentables (que aunque no lo hayan dicho, lo habrán pensado), los alumnos del “C” no han tenido más remedio que callar.

lunes, 14 de mayo de 2007

Teorías sobre los oprimidos

Dualismo platónico, la física aristotélica, la búsqueda de la felicidad de Epicuro. El racionalismo de Descartes, el empirismo de Locke y Hume, el hedonismo universal de Mill y la denuncia económica y social de Marx.

Después de ver poco y nada de la filosofía hecha hasta el momento, me paro a reflexionar e intentar escribir la mía. Que quede claro que, no pretendo ser un ostentoso pensador ni alardear de ser gran filósofo, tan solo busco la espita por la cual sale el vapor. Y es que con diecisiete no he vivido tanto como para aprender de mis propias vivencias, ni tampoco para poder inducir leyes o proposiciones generales, pero sí lo suficiente para darme cuenta de que a mí alrededor existe una realidad que, a medida que me hago mayor, me gusta menos.

El ser humano, bueno por naturaleza, según Hegel está en un proceso constante de superación. Por lo tanto, fácilmente podemos deducir que nosotros, generación posterior a nuestros padres, somos una superación de éstos, al igual que ellos lo son de nuestros abuelos y que nuestros hijos lo serán de nosotros. Y no es difícil de comprender: la sabiduría, el conocimiento acumulado a través de los años se transmite de generación en generación, facilitando la evasión de los errores sufridos por nuestros antecesores y la búsqueda de nuevas inquietudes que, seguramente, nuestros padres o abuelos jamás se plantearon.

Aun así, como exponía Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza y son las leyes las que oprimen y suprimen la autoridad de las personas. Con esto quiero dejar claro que no apoyo posturas ni anarquistas ni comunistas, es más, considero que las leyes son algo necesario y natural, algo que el hombre, en cierta medida, debe aceptar para poder convivir en sociedad. Pero las leyes, democráticas o dictatoriales, siempre serán opresoras; y en este caso prefiero profundizar en un sector más concreto. Hoy en día, cualquier individuo, sea hombre o mujer, si tiene menos de dieciocho años de edad es propiedad legal de sus padres o tutores. Todos, diferentes e individuales, tienen sus propias ideologías y sus propias maneras de ver la vida, por lo que durante los primeros años de vida de sus vástagos les inculcarán unos valores que irán acorde con los suyos propios. Así pues, bajo la sumisión de los hijos a unas leyes, estos crecen siguiendo las directrices marcadas por los padres. A medida que vaya creciendo, siguiendo el proceso de constante superación, el hijo empezará a darse cuenta de su situación, de la opresión vivida y empezará a buscar vías supletorias por las cuales encontrar la libertad y autoridad robadas. Entenderá y aceptará por costumbre que la autoridad de la figura matera/paterna es necesaria para su aprendizaje pero se negará a aceptar todo aquello superfluo e innecesario. Sus gustos, sus hábitos, su físico, todo lo que directamente vaya relacionado con la figura del hijo serán comprendidos por él mismo como algo propio, inexpropiable por cualquier persona. De todos modos, el padre, muchas veces impotente al ver la superación de su hijo, impondrá su autoridad como ley divina, como algo irrefutable que el hijo deberá aceptar.

Así es como día a día, cientos de personas callan bajo la autoridad paterna/materna. Lo que no saben es que, al igual que no se puede tener a un pueblo oprimido eternamente, no se puede tener a un individuo oprimido para siempre. Llegará un momento en la vida en qué un grito revolucionario sangrará de la garganta de un joven que alzará su puño victorioso, no por haber ganado violentamente sino por haberse atrevido a reclamar lo que es suyo, a luchar por lo poco que le pertenece y a enfrentarse a cielo y tierra por aquello que cree. Llegará un momento en que la olla a presión explotará.

Porque al igual que el padre superó al abuelo, el hijo superó al padre; y a su vez, el nieto superará al hijo. Porque es necesario, porque es razonable, porque es empírico, porque es así.


Bueno, a ver que tal xD. No me gustan las faltas de otrografía (y yo hago muchas). No me gusta que copien (y yo lo hago a veces). Total, no me acabo de gustar a mí mismo xD. Me parece que hoy me ha salido la vena revolucionaria... ai ai ai...

Un saludo a todos y gracias

.

martes, 8 de mayo de 2007

[Ensayos de la hora de dormir ~2]

Las casualidades siempre fueron curiosas y más si son casualidades peculiares, de esas que no frecuentan repetirse. Últimamente me siento un poco pché, como luchando contra algo a pesar de tener este próximo domingo un campeonato. Si bien no, días antes de mi último campeonato también estuve un poco de bajón. Esperemos pues que se repita la suerte de la pasada ocasión. De todos modos, no es sobre eso por lo que me paro unos minutos de mi vida para poder escribir unas líneas.

Tras varias horas de confrontación constante conmigo mismo, puedo decir que aun no he logrado vencerme. ¿Qué quiero?, es más, ¿te quiero? En realidad todo es bastante confuso, todo en el mundo parece estar desordenado, como si una mano invisible hubiese venido a tirar al suelo todo aquello que con tanto empeño me paré a ordenar. No lo sé, si tan siquiera sé lo que quiero no creo que pueda, o mejor dicho, merezca, preguntarte a ti nada, sería tener demasiado morro. Antes nos queríamos; ¿me querías, verdad? Al menos, si sigues queriéndome, antes me querías de otro modo. Las cosas últimamente se han vuelto un poco distantes. Quizás mis ausencias, quizás mi yo, incluso quizás tú. Sea lo que sea parece haber sido un golpe contundente. ¿Qué hago? Yo te quiero, te elegí a ti de entre todas porque eres la mejor, no quiero a otras. ¿Debo querer a otras? Si es el caso, podrías decírmelo. La verdad es que se hace bastante difícil si no pones de tu parte tampoco… Deducir, o tal vez inducir algo, es complicado; y borroso. Parece haber neblina, humo.

Puede, también, que yo haya nacido para estar solo. Como artista que me creo (aficionado, malo y novato, pero artista), quizás sea mejor estar solo. Bohemio. ¿Qué hago? Nada más hago que ir de un lado a otro, escribir sin sentido, y me canso. Pero bueno, no deja de ser rallante todo esto, que en cierto modo ya me va bien, pero no es agradable; no del todo. Podría despreocuparme, podría irme lejos, a países desconocidos y rescatar bellas princesas que te encuentras por casualidad. Podría navegar por los siete mares, visitar cada confín del planeta y escribir historias sobre héroes. Podría, claro, pero dime tú; ¿debería?


Tan siquiera lo he reeleido. Tal cual lo pensé, tal cual lo escribí. Creo que ahí está la gracia. Saludos a todos. =D

Por cierto, 50 entradas ya. Miles y miles de palabras, decenas de páginas. Todo gracias a vosotros.

miércoles, 2 de mayo de 2007

[Ensayos de la hora de dormir ~1]

A veces sufrimos. Yo, personalmente, soy de esas personas que prefieren sufrir en silencio. Al igual que yo sufro, los demás seguro que lo hacen y por eso creo que tienen suficiente con lo suyo como para que encima venga yo y les cuente mis movidas. Sufrimos, nos cansamos de todo y terminamos cabreandonos. algunos gritan, otros mitigan el dolor con otros placeres y otros peleamos. Pero cuando no tienes nadie con quien pelearte, cuando crees que tus motivos son tan estúpidos y vanales que no merece la pena sufrir por ello (a pesar de que el muy tonto de "yo" lo haga) no nos queda más que mordernos los puños. Rabía, envidia, incluso celos... tonterías a ojos ajenos, importancia apoteósica para uno mismo.

Rabia por ver aquello que no me gusta. Rabia porque veo a gente carente de cosas que yo considero importantes, humildad, respeto, originalidad... ni yo mismo soy original del todo. Claro que sí, todos, absolutamente todos, desde los grandes escritores, hasta los pintores más destacados, desde el artista novato hasta el prestigioso escultor, todos copiamos. Nos sentimos atraidos por "algo" que nos conmueve y sentimos la necesidad de hacerlo nuestro y lo copiamos. El merito del verdadero artista es el saber hacer de esta "copia" algo propio, una experiencia personal, una adaptación a su estilo y no un mero, pútrido y asqueroso PLAGIO, del que luego, seguramente, se vanaglorie a los cuatro vientos.

Envidia de querer y no poder. Envidia de desear, de ver, oír y callar. Envidia y de la mala, envidia que incluso pueden ser celos. Porque soy así. Envidia.

Podría ser como otras personas, pero me toco ser yo. Y bien orgulloso que estoy. Al fin y al cabo, todos sufrimos, y si hoy me toca morderme los nudillos será porque mañana o quizás pasado toque sonreir.

La verdad es que no sé muy bien porque lo pongo. Quizás sea porque me gustó como quedó a pesar de haberlo escrito muy muy rápido. Poco a poco, volveremos a la produccion habitual. Gracias a todos todos. En abril, solo en abril, casi llegamos a las 1000 visitas. Gracias a todos =D

jueves, 26 de abril de 2007

~Historia sin título [2/2]

Bueno, antes de empezar quiero decir que esta es la segunda parte de una historia que dejé "colgada" hace ya un par de meses. Para los que tengan la intención de leerla, siguieren leer la primera parte AQUI lo podéis hacer. Si ya lo hicistéis, espero que os agrade la segunda y útlima parte.

[...]


Yo me había convertido en un individuo de unos veintiún añitos atípico para una sociedad que cada vez me gustaba menos. Aquella temporada en oriente me enseñó mucho. Yo, entonces, era un centro pequeño y cálido de tranquilidad. La universidad cada vez me parecía menos dura, pero sí más complicada.

El tiempo pasaba. Septiembre, octubre, noviembre…, y así llegamos a mayo. El primer día de mayo, un día de fiesta nacional que tenia que pasarme metido en la biblioteca haciendo un trabajo de relatividad. Es cierto que podía haber escogido ir a la biblioteca de la facultad, pero por cosas de estas que no sabes bien bien como explicar, me quedé en la biblioteca dónde cuatro años atrás solía ir a veces a dar pequeñas lecciones.

Entrar me hizo recordar. La máquina de café, donde siempre metía mi calderilla cuando iba, seguía allí. Pasé de largo sin entretenerme mucho y empecé a subir. Todo aquello no era más que agua pasada, algo que no volvería.

Llegué, busqué con la mirada a alguien conocido y, al no ver a nadie, me senté solo en una mesa. No había mucha gente. Eran cerca de las diez de la noche y yo empezaba con lo mío. La gente entraba, salía, susurraba en voz baja. Yo estaba demasiado concentrado en lo mío como para enterarme de cualquier otra cosa. Estaba tan concentrado incluso, que no me di cuenta de que alguien vino en mi busca. Esto pasó en el instante que noté una mano rascando mi cabeza casi rapada. Me giré en busca de una cara.

- Lo sabía. Sabía que eras tú – Per… pero… - ¿No me digas que no recuerdas quien soy? - - Haz memoria. Íbamos juntos en bachillerato… - ¡Ah vale! Ya caigo quien eres - ¿Qué tal? No te he vuelto a ver desde entonces… - ¿Vamos fuera, tomamos un café y hablamos?Por supuesto

Igual que no creía lo que me pasó cuatro años atrás, tampoco creía lo que me estaba pasando ahora. Era ella, la misma que entonces. No intentaba buscarle una explicación, tan solo agradecía a la nada que me la hubiese vuelto a mandar. Pero había pasado mucho tiempo. Mi corazón recibió un golpe demasiado duro en el pasado y había construido una muralla demasiado alta para cualquier chica. Desde aquel día no me volví a enamorar de ninguna chica. Pero ella no era una chica cualquiera, no sabía si el muro que salvaguardaba mi corazón era a prueba de ella.

Bajamos y salimos a la calle. Ninguno de los dos habíamos cenado aún así que propuse de ir a cenar. Fuimos a cenar a un bar que había unas calles más allá de la biblioteca. Fuimos allí sin la certeza de que aún siguiese abierto, yo lo recordaba cuando iba allí cuatro o cinco años atrás, pero no sabía si habían cerrado o lo habían echado abajo. Por suerte para mí, y como era de esperar, seguía allí, abierto, con su cartel luminoso aun parpadeando. Entramos, nos sentamos y pedimos. Por el camino habíamos hablado de lo que habíamos hecho durante todo este tiempo que llevábamos sin vernos. Me contó que ella no se había movido de aquí, ingresó en la universidad y se puso a trabajar también. Tan solo hizo un par de viajes, pero nada parecido a lo que yo hice.

- Bueno, y después de tanto tiempo, ¿debes haberte echado novia, no?Pues no la verdad… - Dije con algo de resignación - ¿Y tú qué, aún sigues con él? - ¿Con quién? – Contestó sorprendida – ¿Con el chico aquel? Sí, supongo¡Qué va! No sé como pude estar con ese tipo. Lo dejé hace ya bastante tiempo, me parece que poco después de que tú te fueras… - ¿Qué pasó?Nada. Me di cuenta de que no le quería. Lo cierto, si te he de ser sincera, siempre he estado enamorada de un chico y aun estando con él, mi corazón seguía queriendo al otro…

Tragué saliva. No sabía muy bien porqué pero esas palabras habían calado muy hondo en mi, tanto que hasta resquebrajaron la muralla que había alrededor de mi corazón. Aquellas palabras hicieron que, por un pequeño instante una luz cálida y esperanzadora brillase dentro de mí. A pesar de esto preferí cambiar de tema.

Continuamos cenando y después seguimos hablando, durante toda la noche. Al final no hice apenas nada del trabajo que había ido a hacer, pero era agradable volver a encontrar viejos amigos, y más si eran como ella.

A la mañana siguiente me levanté pronto, fui a correr y después volví a ir a la biblioteca a ver si avanzaba mi trabajo, pero inexplicablemente ella apareció por allí. Nos sentamos en la misma mesa, cada uno con lo suyo. Cuando rondaban las doce del mediodía decidimos salir fuera para descansar un poco y hablamos.

Hablaba y hablaba y parecía no cansarse. Me contaba infinidad de cosas que en cierto modo no me llegaban a interesar pero la escuchaba con gusto. Yo era una persona de pocas palabras y cuanto más hablase ella menos hablaba yo. Pero tras un largo discurso al que yo no había prestado mucha atención, cuando más expuesto estaba, ella, como si se hubiese percatado de mi “momento de flaqueza”, cambió su tono de voz y me preguntó que si no me importaría ir a cenar con ella, en plan serio, la noche siguiente. Algo desconcertado asentí con la cabeza y le sonreí.

En un momento, un camino de luces de colores empezaba a iluminar mi vida. No sabía ni como ni porque pero las cosas cambiaban constantemente en mi vida y este era uno de esos cambios que me gustaban.

Así es como llegué a donde estoy ahora, a siete minutos de la hora acordada en el sitio acordado, esperando bajo la luz de una farola y nervioso a más no poder.

No sabía si de verdad era cierto, pero estaba casi convencido de que me había vuelto a enamorar de ella. El muro que tanto trabajo me había costado construir años atrás se había derrumbado en dos días. Implacable y lleno de esperanzas; y nervios. Miraba, a un lado, al otro, hacia atrás. Guardaba las manos en los bolsillos, las sacaba y cruzaba los brazos… hasta que a lo lejos, en una encrucijada pude ver un coche que se detenía para dejar a alguien en la acera. Era ella. Seguía la trayectoria del coche con la mirada, desde la lejanía hasta que se detuvo. Entonces pude ver mejor el interior del coche. Ella y otro y lo inevitable. Antes de bajar se besaron, pero no un beso de despedida de amigos, no. Un beso de verdad, y por si no había sido suficiente, repitieron la escena para deleite de su espectador lejano, yo.

Un escalofrío muy incomodo recorrió mi espalda de arriba abajo y mi corazón dio un vuelco. Todas mis esperanzas, mis ilusiones, todo, roto en el suelo, yaciendo en un charco de sangre imaginaria. Aun faltaban dos minutos para la hora acordada y a ella aun le faltaban un par de calles para llegar, pero me fui, huí.

Corrí y corrí hasta que no pude más, tan solo quería irme lejos. Cuando mis piernas no pudieron más me senté en un banco. Había llegado a un parque a las afueras de la ciudad, a un pequeño parque alejado de la mano de dios. No sabía si llorar, enfadarme, entristecerme o sentirme mal. Era todo tan confuso, tan difícilmente retorcido que mis sentimientos se juntaban y separaban sin parar.

Al poco de estar allí, cuando ya había recuperado el aliento, mi móvil empezó a sonar; era ella. Su nombre brillaba en la pantalla y, en un ataque de ira, alcé el brazo y tiré el móvil contra el suelo, con tanta fuerza que se rompió completamente.

Estaba cabreado, triste y asquerosamente solo.

Dos horas más tarde, cuando deberían ser las doce o doce y media de la noche, llegué a su casa. Piqué y su voz, a través del interfono, volvió a golpearme:

- ¿Sí?Soy yo - ¿Dónde estabas? – Contestó molesta – Me vuelvo a Oriente - ¿¡Qué!?Me has vuelto a romper el corazón, y me voy. Siento haberte dejado plantada antes¡Espera, espera, que bajo!

Dicho esto me fui. No quería que me viera, ni tampoco quería verla yo. Cuando llegué a casa debería llevar una cara horrible, porque mi madre siquiera me preguntó. Comprendió enseguida que algo, no muy bueno, había pasado. Le conté, pero, que a la mañana siguiente me volvería a marchar, pero que volvería a menudo para verla. Mi madre nunca había aceptado muchas de las ideas que salían de mi cabeza, pero esta vez no me reprochó nada. Me dijo que me fuera, que me iría bien; que yo necesitaba estar solo y que cuando volví, meses atrás, lo hice con una sonrisa en la boca. Me pidió que cuando volviese lo hiciera de la misma manera.

A la mañana siguiente volví a partir dejando todo mi pasado nuevamente atrás.

Pues espero que os haya gustado, aunque sea un poco flojo. No ando muy lúcido últimamente, no son buenos tiempos en mi vida. Ale ale, que ya queda poco.
Esto... friki, que esta es la historia que tu decidiste las pautas, eh! ;D